El Perú en las Cortes de Cádiz

EL PERU EN LAS CORTES DE CADIZ 557 los indios desde que fueron descubiertas las Américas hasta el día. Si se abren las historias, se advierte que en cada una de las pro– vincias ·que hoy existen conocidas como tales, se contaban por mi– llones los indios que hoy se hallan reducidos á millares y aun cen– tenares, y en algunas enteramente extinguidos. Si se consultan los monumentos, se encuentran por todas partes, y á cortas distan– cias, vestigios de poblaciones que hoy son vastos desiertos. Mu– chas 4an sido _ seguramente las causas de tan asombrosa despobla– cion; pero las mitas han sido una de ]as que mas han influido en ella, no solamente porque reducen á la miseria á los indios, sino tambien por lo penoso de .les tP~bajo, á que se destinan, por el exceso de tiempo que se les hace trabajar, por la insalubridad de las minas, y por la crueldad con que se les trata. ¡Quántos agovia– dos, baxo una pesada carga que transportaban de un lugar á otro, han perecido en los caminos! ¡Quántas familias abandonadas por la · ausencia de sus cabezas han sido víctimas de la hambre y de la miseria! ¡Quántos millares han sido sepultados en aquellas caver– nas que ellos mismos abrieron con sus manos! Pero -apartando la vista de estos males fisicos, pongámosla en los males morales· que han causado las mitas, como son la ignorancia y la rusticidad de los indios. "Dotados los hombres de unas mismas facultades, aquellos hacen mejor uso de ellas que mejor las han cultivado, de modo que - el hombre lo debe todo á. su educacion. Pero los indios no pueden ni recibir ni dar esta educacion, único medio de instruirse los hom– bres. Digo que los indfos no pueden recibir educacion en su juven– tud; porque no bien se han endurecido sus miembros·, quando ·son destinados al servicio del cura, ó empleados en otros exercicios mas penosos . Los padres tampoco pueden cumplir con la impor– tante y penosísima obligacion de educar á sus hijos; porque com– pelidos á andar errantes en los parages y trabajos á que se les des– tina, no pueden tener la dulce satisfaccion de criar á sus hijos, y comunicarles sus ideas. Vea aquí V. M. de qué modo las mitas, trastornando y aun destruyendo los mas estrechos vínculos de la sociedad doméstica, influyen en la ignorancia y rusticidad de los indios. Ademas, la experiencia de mas de trescientos años nos ofre– ce otra prueba de esta verdad: ¿qué progresos ha hecho la ilustra– cion de las indios en estos últimos siglos? ¡Qué dolor! Lejos de avanzar han retrocedido. Los historiadores de aquel tiempo alaba~ su habilidad para las artes, sus gobiernos, su política, su cultura;

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