El teatro en la independencia

EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 349 COR. (desatentada ¡Sus últimas palabras!. .. ¡Oh! ¡habla!. .. ROL. Me confiaron dos encomiendas preciosas: su bendicion a su hijo, y su postrera peticion a tí. COR. ¡Su postrera peticion!. . . la postrera!. . . Oh, dila! ROL. Si perezco, me dijo todo ajitado de tristes presentimien– tos al hablar, prométeme que tomarás a Cora por esposa, y serás el padre de mi hijo.-Le dí mi palabra, y nos separamos. Atiende, Ca– ra: esto te lo repito porque empeñé a Alonso mi fé de que así lo haría; pues en cuanto a mí, ni abrigo pretension, ni esperanza tam– poco. COR. ¡Há!. . . ¿me abandona la razon, o qué horrible luz es esta que penetra en mi cerebro?-¡Oh, Alonso, quizá has sido vícti– ma de tu corazon candoroso! si hubieses guardado silencio, si no hubieras hecho el fatal legado de estos funestos encantos ... mo? f ROL. ¡Coral ¿qué odiosa sospecha se ha apoderado de tu áni- COR. ¡Sí, sí, claro es! ... se le armó una trampa; se le condujo al fatídico sitio, donde ningun valor mortal era capaz de arrostrar una hueste entera de asesinos ... y cayó, pidiendo en vano auxilio a Rola!-Tú lo viste desde lejos. y te sonr iste: pudist haberle salvado, y no lo hiciste! ROL. ¡Oh, Sol glorioso! ... ¿he mer cido esto?-Cora, mas va– liera que me hubieses atravesado el pecho con sta arma. COR. ¡No!. . . vive, vive para el amor ... para amor qu ansias. . . cuyas flores han de brotar de la ensangr ntada hu a de tu amigo, vendido, asesinado!-Tú me has traido las palabra pos– treras de Alonso, ¿no es verdad?-Pues ahora, oy la mía .-Ant s sacará ste ni - o v neno d mi pecho atorm ntado; yo n unir ' on el pálido cadáver del mas inf liz d cuanto con Alo so p r ci ron, ántes que mi hijo llame padre a Rola. . . nt qu a Rola 1 11 m yo esposo! ROL. En ho a buena. Pero lláma protector. lo qu i: tu amigo, tu

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx