El teatro en la independencia
EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 351 PIZ. ¿Y qué es lo que deseas? ELV. Ver como sobrelleva un héroe el infortunio. En este mo.. mento, Pizarro, ni estás sereno, ni eres quien solías. PIZ. ¿Quieres que esté contento, cuando el acero del enemi– go, dirijido por el maldito Alonso, ha atravesado el pecho de mis bravos compañeros? ELV. No: quisiera que fueses frio y lóbrego como la noche que sigue a la tempestad; sosegado e imponente como la solemne pausa que precede a la convulsión de la Naturaleza; y con todo, querría verte persuadido de que rayará un nuevo dia, en que revi– virá con mas bríos el coraje del guerrero, sin temer lo futuro, ni lamentarse de lo pasado. PIZ. ¡Mujer!. . . Elvira!. . . ¿por qué no tendrá toda mi jente un corazon como el tuyo? ELV. ¡Ojalá!-Entonces habria ceñido tus sienes en este dia :la corona de Quito. PIZ. ¡Oh! no tengo esperanza de lograrlo, mientras al ene– migo le mande Alonso, ese azote de mi vida y de mi fama. ELV. Yo he venido a probar de todo punto en el héroe, no ya su valor, sino su magnanimidad: Alonso es tu prisionero. PIZ. ¡Qué dices! ELV. La verdad. Valverde Je vió conducir a tu campo con grillos; y he querido ser yo quien te diera la noticia. PIZ. Bendígate por ella el cielo, Elvira.-¡Alonso en mi po- der!. . . entonces vencí!. . . mio el triun ·o! ELV. Semejante victoria s salvaje y ada varonil. Cr me has excitado deseo en í d v r al hombr , cuyo valor y tal nto amedrentan a Pizarro; cuya dcsg a ia dá l triunfo a Pizarra; cuya prisión infunde a Pizarra s gu idad. PIZ. ¡Guardia! ( .. ntra uno de la guardia). Traed aquí al pri-
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