El teatro en la independencia

EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 355 ELV. ¡Feliz y virtuoso Alonso!-Y tú, Pizarro, esperas atemo– rizar con la muerte a quien así piensa y obra! PIZ. ¡Atrevido! obstinado entusiasta!-Pero sábete que no ha de valerte aquí la piadosa bendición de las lágrimas de tu maes– tro: él ha huido, como tú: como tú para unirse, sin duda, a los ene– migos de la España. La peligrosa prueba de la recompensa inmediata que aguardas, está mucho mas cerca de lo que tú imajinas, puesto que para vengar los agravios de la patria, y los mios, el sol de ma– ñana alumbrará tu muerte. ELV. Tente, Pizarra; óyeme. Ya que no siempre procedes con justicia, a lo ménos procede siempre con magnanimidad.-No nombres para nada los agravios de la patria; visto es que no tie– nen parte en tu resentimiento.-El furor que contra este jóven te anima, no es mas que efecto de odiosidad privada y mortal de venganza personal. Si así es ,-y esa mirada tuya esta en este mo– mento vendiendo a tu conciencia,-no profanes el nombre de la justicia, ni el de la causa de la patria: déjale armarse, vete a en– contrarle de igual a igual en el campo. PIZ. ¡Calla, oficioso abogado de la traición! Llevadle de aqui; ya sabe su sentencia. AL. Pronta es tu venganza, y te lo agradezco: e a prontitud la recibo cual una merced. En cuanto a tí, dulce defensora de la causa del infortunio, acepta mi mas vivo reconocimiento por de p dida. En este campo no estás en tu sfera: si morases entre aquello que llaman salvajes, encontraria compañeros mas dignos de tu co– razon. PIZ. Sí, lla le llevará a Cora 1 noticia de tu muert . AL. ¡Bárbaro, inhumano!. .. m nos pudi ra haberme ahorrado est dolor! Mas tu mal'cia no d bilitará mi on tancia. Yo voi a morir, p ro con el con uelo de qu mucho b nd cirán, y nadie mald eirá mi memoria:-tú n tanto vi irás. . . ma si m– pre s rá . . . Pizarra. (Sale cu todiado.) ELV. Si nto n rncjill od 1 precio qu m in pira tu baja v n anza; y confu ión. indignacion d l m no - n 1 alma, rgü nza

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