El teatro en la independencia
EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 363 ROL. ¡Oh! . . . y si ese camarada estuviese a la puerta de tu prision y le dijeran; «tu compañero morirá al salir el sol, y con todo no le verás ni un momento, no llevarás su adios postrero y su bendición a su mujer y a sus hijos» ¿que pensarías, dí, de quien así repeliese de la puerta a su camarada? CENT. ¿Como así? ROL. Alonso tiene mujer e hijo, y yo no vengo aquí sino para recibir, para su esposa y para su niño, la última bendición. CENT. ¡Entra! (Retírase) ROL. ¡Oh, alma naturaleza! ... jamas abogaste en vano tú. No hai, sobre la haz de la tierra, criatura alguna, que tenga forma y vida, sea humana o fiera, hija de la espesa selva o del aire raro, en cuyo pecho paterno no hayas entrelazado una cuerda que responda a la voz de sus hijos, y por medio de la cual no tengas facultad de llamar a tí esa criatura. En piñones de hierro ele– vado, hiende el sanguinario condor la tempestad, y sin embargo, el plumaje pegado al corazon es tan suave como el plumon del cisne, y ni el esmaltado colibrí empolla mas blandamente su tierna nidada-Pero ya está mas allá del pórtico, cerrando la puerta esterior.-¡Alonso! Alonso. . . mi amigo!-¡Ha!. . . ¡en plá– cido sueño!-Alonso, levántate. AL. ¿Qué es esto? ya es hora?-Bien (saliendo de su retrete;) pronto estoi. ROL. Alonso, ¿no me conoces? AL. ¿Qué voz es esta? ROL. La de Rola. AL. ¡Rola! ... mi amigo! (le abraza) !Cielos!. . . ¿ orno t ha dejado pasar la guardia? ¿ese traje? ROL. No tenemos mome to que perd r n palabra : t há– bito, se lo quité al cadáv de u fraile 1 at ·av ar p r 1 e mp de batalla, y me ha servido para penetr r n tu e labozo: ahora tómalo tú, y huye. AL. ¡Y Rola!
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