El teatro en la independencia
EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 365 ROL. ¿Viste jamas a Rola aconsejar a su amigo la deshonra? AL. ¡Oh, mi salvador! (le abraza). ROL. Siento tus ardientes lágrimas caer sobre mis mejillas. ¡Vete, que estoi recompensado! (se quita el hábito, y se lo pone a Alonso). Cúbrete la cara, y para que no suenen, sujeta bien los grillos. ¡Anda, Dios sea contigo! AL. A la noche volverémos a vernos. Con el favor del cielo, vendré a salvarte, o a que muramos juntos. (V ase) ROL. ¡Ya pasó la última puerta! ... ya está seguro! ... no tar– dará en abrazar a su esposa y a su hijo!-¡Y bien Cora! ¿no me injuriaste?-Esta es la vez primera que jamas engañé a nadie: ¡per– dóname, oh Dios de verdad, si he hecho mal!-¡Alonso se lisonjea de que volverémos a vernos!-Sí, allá! (levantando la manos al cie– lo) ... seguramente allá nos encontrarémos! ... allá disfrutarémos en paz los gozos de perdurable amor y amistad. . . tan impertectos sobre la tierra, tan amargos!-Mas me acularé, no sea que venga el centinela ántes que Alonso haya salido del campo español. (Métese en lo interior del calabozo). (Entra Elvira.) ELV. No; ni las brutales insinuaciones de Pizarro, ni la pro– funda admiracion que por este noble jóven siento, excitarán en mi cansado pecho un afecto que el honor no sancione. Si d s cha la venganza que mi corazon ha jurado al tirano, cuya muerte es lo único que esta tierra pu de salvar, a lo menos mia será la sati - faccion de haberle vuelto a los brazos de su Cora, d u querido hijo, y al inocente pueblo, a quien sirve de guia su virtud, y su valor de custodia. ¡Alonso, sal! (Entra Rola).-¡Ah!. .. ¿quien re tú?. . . donde está Alonso? ROL. Huyó. ELV. ¿Huyó Alonso? ROL. Sí, y no ha· que s guiri . P rd na ta t m ridad (to- mando de la mano a lvira); p 1 mo o son r ci para que Alonso se salve. ELV. ¿Y si llamo la guardia?
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