El teatro en la independencia
368 GUILLERMO UGARTE CHAMORRO ELV. Ahora sígueme; pero antes, y por dura que sea la nece– sidad de hacerlo, mata al centinela. ROL. ¿Al soldado que aquí estaba? ... toma la daga. ELV. ¡Rola! ROL. Ese soldado, atiende, es un hombre ... !y no lo son todos los que forma humana tienen! Negóse a mis súplicas. . . negóse a mi dinero! ... no quiso dejarme entrar,- hasta que sus propios sentimientos le sedujeron-¡Ni a costa de la salvacion de mi patria le baria daño a ese hombre! ELV. Que se venga entonces con nosotros: yo respondo de su seguridad. ROL. Pero entendámonos; porque, cua1quiera que sea el éxito de nuestra empresa, no tocaré a un solo cabello de la cabeza de ese hombre, ni aunque fuera necesario para salvar del fuego con– sumidor las fibras de mi corazon. (Salen.) ESCENA III. EL INTERIOR DE LA TIENDA DE PIZARRO. PIZARRO. (echado en un sofá y soñando). No hai merced, traidor! ... -¡Ahora!. . . al corazon!. . . apartaos; dejadme ver co– rrer su sangre!. . . ja, ja, ja!. . . oiga yo otra vez ese jemido! ... (Entran Rola y Elvira.) ELV. ¡Allí! ... no pierdas momento! ROL. Déjame ahora. Esta escena de sangre no d b pr · n– ciarla una mujer. ELV. Pero si te tardas un instante . . . ROL. ¡Vete! r tírate a tu ti nda, no a buscarte: ¡cuidado, que no s pan que tuvi t part cio! ... te lo pido. quí. Y ir ' n t n
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx