El teatro en la independencia

376 GUILLERMO UGARTE CHAMORRO AL. ¡Dios eterno! COR. ¡Se le llevaron! ... hijo, hijo mio! AL. ¿Dónde le dejaste? COR. (Arrojándose contra el suelo). ¡Aquí! AL. Tranquilizate, querida Cora: habrá despertado, y se habrá ido gateanlo por ahí; le hallarémos. ¿Estás segura de que este es el lugar donde le dejaste? COR. Acaso estas manos _no le prepararon la cama, y le cu– brieron? y no es este el velo con que le abrigué? AL. Aqui hai una choza, en que no habiamos reparado. COR. ¡Ha! sí, sí!-aqui vive el salvaje, que me ha robado mi hijo. (Golpea a la puerta, esclamando.) ¡Volvedme mi hijo! Volved– mele! (Sale Las-Casas de la cabaña.) LAS C. ¿Quién me llama en mi triste soledad? COR. ¡Volvedme mi hijo! AL. ¡Potencias celestiales! ¿me engañan mis ojos? ... Las-Ca– sas! .... LAS C. ¡Alonso, mi querido, mi jóven amigo! AL. ¡Reverenciado maestro! (Se abrazan.) COR. (Que entretanto habia salido y vuelve.) ¿Abrazas a st hombre, antes de que me haya devu lto a mi hijo? AL. ¡Ai amigo! en que infausto momento volv mo a ncon– trarnos! COR. Y con todo, u asp cto la misma bondad, la huma- nidad misma. Buen anciano, t n comp ion d un madr ·n liz,

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