El teatro en la independencia

380 GUILLERMO UGARTE CHAMORRO PIZ. Rola, aun estás en libertad de partir; mas este niño queda conmigo. ROL. ¡Entonces, don del cielo, no tuyo, fué esta espada! – (apodérase del níño.)-Quien quiera que dé un paso en seguimiento mio morirá en el acto. (Sale llevandose al niño.) PIZ. Seguidle al punto, pero salvad su vida. (Salen Almagro y los soldados.)-!Con qué furor se defiende! ... Ah! ... Como de– rriba jente! ... ¿y ahora? ... (Entra Almagro.) ALM. Tres de tus mas valientes soldados han sido ya víctimas de la órden que nos diste de salvarle la vida; y si una vez gana la floresta ... PIZ. No hai que contemplarle mas. (Sale Almagro.) Allí alcan– zan los tiros ... ¿se escapará: ¡malditos sean aquellos caballos, el peruano los vé ... ahora vuelve ácia las rocas ... ya se le cortó la retirada! (Rola atraviesa el puente de madera, seguido de los sol– dados, quienes le hacen fuego, y le aciertan con un tiro)- ¡Ahora! presto, presto! tomad el niño!-(Rola se retira perdién·dose de vista, y llevándose al niño). ALM. ¡Vive Dios, que se ha escapado! y sin que el niño re– cibiese daño! DAV. No, lleva la muerte consigo. Creedme, le he visto herido en un costado. PIZ. ¡Mas el niño se salvó! el hijo de Alonso! ¡Oh. qué ira! ¿no lograré vengarme? ALM. ¿De qué sirve vengarse de palabra? ¡A los hechos! No hai que olvidar que ya conocemos la senda secreta qu , atravezando la caverna pedregosa, va derecho a la fortaleza dond están depositados sus tesoros y su mujeres. PIZ, Bien dices, Almagro. Con la v locidad d 1 pensami nto conduce una partida s 1 eta y arrojada. No no ar m s n 1 nú– mero. ¡Aguarda! ... ¿sabe Valv rd qu n te día d b morir Elvira?

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