El teatro en la independencia

EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA 381 ALM. Sí. Mas ella tiene una súplica que hacerte. PIZ. Ninguna atenderé. ALM. Corto es el favor: tan solo pide el hábito de novicia con que la viste por primera vez. No quiere morir con ningun adorno que la recuerde su vergüenza. PIZ. Bien, haz lo que quieras. Pero dile a Valverde que con su vida me responde si a nuestro regreso no sé que ha muerto Elvira. (Salen) ESCENA III. TIENDA DE ATAHUALPA. Entra Atahualpa, seguido de Cara y Alonso. COR. ¡Oh, no huyas de mí, Atahulpa! ¿A quien sino al rei ocurrirá en su cuita la desdichada madre? Los Dioses se niegan a escuchar mi súplica. ¿No combatió por tí Alonso? Y mi dulce hijo, si me le devuelves, ¿no peleará un dia por tí? AL. ¡Oh, mi atormentado amor! mi pobre, mi infeliz Cora, no lastimes la sensibilidad de nuestro soberano, y dá alguna tre– gua a la tuya. COR. ¿Es nuestro soberano, y no ti n pod r para volv r– me mi hijo?. ATAH. Cuando pr mio el mé ... ito, o est' a mi al ne ali– viar a mi pueblo, conozco n qu consi t la v rdad ra gl ria d un rei; mas cuando sé que ufr , y val rl n pu do, m 1 m nto de la 'mpotencia d 1 humano poder. (Algunas voces atras.) ¡Rola, Rola! Entra Rola echando sangre: on el lli!io, y peruanos. uido d ario ROLA. ¡Toma tu hijo! (le pa a a los bra o d ora, ae)

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx