El teatro en la independencia
bres. para pensar en cosas que tanto nós interesan ? y mucho mas cuando un venturoso por venir, que ya tocamos, vigo– riza nuestras almas. Manu . Eso si: eu el momento que meditamos sobre nuestra actual suerte; cuando despertamos del penoso letargo en que y yaciamos aciamos; cuando nós vemos eleva dos á la alta <liguidad <le hom– bres libres; de hombres que per– tenecen á si mismos; un noble fuego electriza nuestras almas : buscamos nuestro corazon, y em– briagado de gratitud lo ,~em os correr á los pies del origen de. tanto bien; del heroe del aderto. Si, tu nos hai salvado, le deci– mos; tu haz sido el redentor de tantos males como agovia– ban á Jos miseros Peruanos. ¿Con que compensaremos ta.. maño beneficio ? ¿Ni con que retribuir tantos cuidados, tan~ tas vigilias y penosos sacri– ficios de esos invictos Cqmpeo– nes moviles gloriosos de nues· tra libertad ? Nosotros miseros, abatidos ¿ que podemos brin-· daros sino amor ? amor, eterno arnór y reconocimiento. Ros. Las diferentes conmociones de las almas sensibles; de las almas de lo verdadcrns patrio– ta , i p dieran pintar , ofre. cerian al mundo el cuadro mas interesante: lagrimas, u8t ·, ju– bilo, deJirios....de todo fuimos acometidos en Jos priroeros mo– mento.; con la fauxta noticia de 39 31 esta noche. Tom. A pesar de que estaba pe.. netrado <lel patriotismo de mis Conciudadanos, jamás me pcr– suadi que Jlégase aun gTado tau sublime. Ag-rega<lo de oficial al digno Cuerpo de Caballeriu. que pasó por la Ciudad , tuve lugar de preseuciar la augusta escena que ofreció á los ojos de· los libertadores esta gloriosa pohlacion. No me sera.posible describir las diferentes aclama– ciones con que festejaban á la tropa, las <lernosh'aciones que hacian para expresaa· su jubilo, corriendo acelerados, saltando y. dando á entender en todos sus ademanes, que se habiau cum-· plido sus deseós y que un pla– cer no interrumpido les ocupa... ria en adelante. Pep. Y V. ¿Signe a la tropa? Tom. Entro. de med.i.a hora mar· cho en su alcance. En tanto que la Pat~ia tenga enemigos ., .y~ no debo separarme de- mi deber. Te amo tiernamente, mas una obligacion sagrada me prohibe ontregarm~ por ahora á tu cariño. Pep. Ni yo lo admitiría. A pesar <le que aprecio á V. sobre.ma– nera, la Patria es lo prin'lero•. Confieso que me es mny sen· sible Ja separacion de V. pero cuando consjcJero Ja noble cauSl\ <{Ue la motivn, suspendo mi sen– tir y me envanezco de tener a mi amnnte combatiendo por os– ten muestres sagrados derechos. Hip. Me persuado que la ausen-
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