El teatro en la independencia

40 32 cía .. era muy corta: oeupada la Capital por nll estras tropa3; au– mentando e para n osotros los recur.rns y di sminuyendose al etremigo, preci a mente ha de sucum t:>ir este mu y presto, y en – tonces volveran toJ ,)s á gozar en una perfecta cal:na, d e l fruto de so s taréas, su brroga n<lo a las virtudes belicas las socia les. Man. Sin ellas ·nada adelantaría– mos: .el primer deb er de un ame– rieano libre es procurar ador– narse <le todas la s virt ~ des pa– trias: desterrar todo orgullo, toda altaneria. La afabilidad , el trato suave, son los mas glo- 1·iosos distintivos que nos deben caracte rizar, Hasta hoy (Con– fesemos la verdad ) hemos sido ·bajos lisongero con los que hán tenido ~uperior fortuna, y so– berbios, altivos, con los que he– mos juzgado inferiores. Nuestro trato cou los Xefes y autori– dades, debe ser sumiso,. respe– tuoso, pero en ninguna manera bajo, y con los <lemas frater– nal, cortés . Empecemos á exer– citar la moderacic1n en el trato familiar de nuestras Casas, no expresandonos con nuestras mu- geres, hijos, ydependient.es, con palabras gro8erns y mucho me– nos indecentes: no por que la suerte los haya hecho nuestros subditos, debemos abusar de la autoridad que tenemos sobre ellos. De este modo nos acos– tumbraremos insen.siblemente a ser templados, una de las vir· tude5C mas dignas en el hom~ bre. El <le potisrn0J el d e.' po – tisrno qu e tanto cen ·n ra mos. en los <lemas y no lo ceuoct. rnos en 11osotros: e d ebe ~ rra ne~r de raíz del suelo arne ri cauo, si asp iramos á vivir felices. T am– bieu debe mos est u };R r so b re la so briedad de costn nbres, tan precisa para '-Ostener •el ·on.l eu, dest errando de nmotros y n ues– tra s familia s 1·odo lo s upe rfluo, pues esto- no ha ce mas (fU e au- mentar la · ne~, e~ i dad e ·· de Ja vi– da y por un pL cr r apare nte te– nemos que _sufr ír con ti11 uad as molestias En fin , un hombre libre, debe serlo en t orl o, y no esclavisarse por caprichos o de– biles pasiones. Hip. Hombre ¿ Tambien fil osofo? Va ya que no üene el Diablo por donde desecharlo: Estos pa– triotas como se hallan con los estomagos poco a limentados, flaquean de cerebro, Manu. Pues qué¿ hé hab la do mal? Hip. De ninguna manera , pe ro esas macsimas son tan rancias cuanto niverifica:bles. Manu . ¿ lnverificables? ¿ por q ué? ¿no somos hombres y capaces de todo? ¿no amarn os a la Pa– tria? ¿no pretendernos verla fe – liz ? ¿ Pues por que no hemos ·de hacer los e fuerzo posibles á fin de conseguirlo ? Y con ma– yot· razon cuando de practicar todo lo expue to nos re ultan tantos bienes. En el siglo de las luces, cuando teneme>i tan tos

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