El teatro en la independencia: piezas teatrales

EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA XXV su efecto, el Teniente Coronel de los Reales Ejércitos y Diputado de Comercio, don Mateo Cosía, mandó construir especialmente en la Plaza Mayor y a 16 varas de distancia del balcón' del Ayunta– miento, un coliseo de 20 varas de largo, 16 de ancho, 10 de alto y su piso de 1 vara sobre el suelo. El improvisado teatro -cerrado en su contorno y cubierto íntegramente con una enorme lona- fue dotado de todas las sec– ciones propias de los coliseos estables y equipado con las princi– pales instalaciones de escenografía e iluminación. Una cortina co– rrediza servía de telón de boca. Seis bastidores conformaban tres mutaciones: de "un palacio real adornado con cornucopias, sillas, escaparates y demás adornos correspondientes"; de "un her– moso jardín con fuentes, flores, frutos y otros árboles visto– sos"; y de "un bosque espeso de una isla con varias especies de fieras como leones, osos, etc. y la mar cori reventazón de sus olas". Al borde del escenario y entre los bastidores, se colocaron candi– lejas con velas de cera y cubiertas con una tabla "conforme al método de los coliseos de España". Del cielo del teatro pendían también ocho arañas de luces, ·proporcionalmente repartidas. Una segunda lona de 20 varas de largo y 16 de ancho, corría desde el techo del coliseo hasta el toldo de la galería del Cabildo para cubrir esa zona destinada, con bancas, sillas y canapés, a "las señoras y señores que cupiesen". Para el pueblo se levantaron galerías especiales. A la espalda del escenario se situó el vestua– rio para los artistas. Empezado a construir el 7 de febrero, este coliseo -ucasa ele comedias" lo denominó presuntuosamente el cronista- estu– vo ya concluido el 11 del mismo mes, de modo que el siguiente día 12 pudo realizarse la función inaugural. Esta se inició a las seis de la tarde con una loa "alusiva a la piedad y justicia con que S.M. gobernaba todos los dominios de la corona". Le siguió la comedia en tres jornadas, de Pedro Calderón de la Barca, Ni amor se libra de amor. Entre la primera y la segunda jornadas, subieron a escena un entremés, una pantomima y una contradanza fran·cesa de ocho parejas, tan bien bailada que -al decir del cronista- "en los países donde se inventó no la ejecutarían con más exactitud, se– riedad y lucimiento". Al término de la segunda jornada, se presentó una contra– danza inglesa. Esta vez, el entusiasmo del cronista llegó al extre– mo de afirmar: "sin que haya duda, podían muy bien los que la bailaron enseñar a los que la inventaron".

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