El teatro en la independencia: piezas teatrales

XXX GUILLERMO UGARTE CHAMORRO ribio del que fue precoz profesor de Filosofía. Cuando Egaña via– jó a Chile (1789), tenía veintiún años cwnplidos y era dueño de una ya definida y sobresaliente personalidad, fruto indudable del. ilustrado ambiente de Lima. Con harta razón, Mario Górtgora, en– sayista chileno contemporáneo, ha llamado a Egaña: "díscipulo de la Ilustración peruana, residente en Chile". (El rasgo utópico en el pensamiento de Juan Egaña. En: Anales de la Universidad de Chile, N! 129, enero-marzo de 1964, p. 95). El Diálogo entre la América y España sobre cuál padezca ma– yor y más noble sentimiento lo encontramos en 1972 en el Archivo Nacional de Santiago de Chile (Fondo Varios, vol. 259, pieza NC? 10). Sus originales manuscritos se hallan entre las Poesías fúne– bres hechas a la muerte del señor Carlos Tercero que obran en dicho repositorio y que Lizardi consignó en su catálogo con el N! 121, con el título genérico de Poesías Fúnebres y con los epígrafes Exequias celebradas en Lima al rey don Carlos III, en poesías la– tinas, griegas y castellanas y Exequias del Conde la Unión; poesía y epitafio griego y latino. - Este Diálogo se publica ahora por primera vez. El y las otras poesías fúnebres -que permanecen aún inéditas- tienen el ina– preciable valor de ser los escritos primigenios que se conocen de Egaña y, también, los únicos que se conservan de los que compu– so en Lima, su ciudad n·atal. Corría, entonces, el año 1789. El Diálogo, además, fue su primer ensayo de creación teatral. En las seis décimas que lo cortfarman, América y España disputan sobre cuál de los dos sufre con mayor intensidad y nobleza la muerte de Carlos III. Con relación a esta pieza, debemos anotar la existencia de una intrascendente aunque innegable superchería: con algunas varian– tes, dos de sus décimas fueron publicadas en el tomo IV de la co– lección de las obras de Egaña, (Ocios filosóficos y Poéticos en la Quinta de las Delicias, Londres, 1829, pp. 203-204) entre las Poesías Fugitivas y como el segundo de los "asuntos" poéticamente resuel– tos en "Las Cenas de Marfisa" ( 1) ocurridas en 1817. Mariano Egaña -editor de la colección con la estrecha co– laboración epistolar de su padre, don Juan- escribe en dicho volu- (1) Marfisa, nombre poético con que Juan Egaña llamaba a la Presi– denta de Chile, María Luisa Esterripa de Muñoz.

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