El teatro en la independencia: piezas teatrales
XXXVI GUILLERMO UGARTE CHAMORRO a los finales de las escenas. Ultimamente, el mismo recita– do le hace esclavo al poeta, porque debiendo ser en verso heroico, el más difícil en nuestra poesía, debe llenar los pen– samientos y las conclusiones, ya mezclando septisílabos, y ya principalniente, con finales consonantes que hagan más sonoro el golpe músico . "Ya escucho a Ud. decirme que todo esto disculpa a la Cenobia si es mala, pero no mi imprudencia de haberla es– crito. Daré mis razanes. La más fuerte es que yo tengo a mis solas un derecho para hacer tonteras, como n·o crea que son cosa buena, ni moleste a mis prójimos con su lectura, y en ambas cosas estoy convencido. Ud. la verá hasta don– de quiera, los demás sólo por el título, y sin que yo les lea una palabra ni tenga la debilidad de gastar en copias. Lo segundo, me da pena de que en español no se escriba al– gun·a pieza de éstas; por lo menos, yo sólo he visto una que otra en versos octosílabos, poesía tan débil como fácil, pe– ro que no permite un buen recitado, ni se pueden en ella explicar sentimientos heroicos. "Finalmente, ya he dicho que esta es una imitación, y tendré la honra de muchos hermanos míos, que ya que más no pueden, se lisonjean de imitar a Virgilio en los anacronis– mos, y a Horacio en algunos versos duros. "Por conclusión, la heroína de mi drama tal vez no po– drá presentar aquella magnificencia que tuvieran Catón, Ti– to o César. Para nuestros tiempos me pareció mejor entre– tenerme en el modelo de una mujer casada y virtuosa; y pa– ra nuestro teatro y espectadores, exaltar la fidelidad y el amor racional, que, aunque no tienen aquella elevación de la grandeza romana, son pasiones más conocidas y sentidas de todos, sin necesidad de imponerse en la historia y en las costumbres latinas. "Las unidades están observadas con escrupulosa regu– laridad; el diálogo no es profuso; la 111-Úsica tiene el sonoro de los conson·antes y septisílabos en los pasos que lo piden. Va en verso suelto, porque es el más acomodado al recitado, según lo practican con tan.ta felicidad los grandes maestros del arte. El asonante, dice u n célebre autor, hace fastidio– sa una larga poesía por la monotonía que can·sa el oído. Es cierto que el verso suelto debe ser más armonioso, así para que brillen los-pensamientos, como porque la consonancia alucina el oído y hace pasar todos los defectos; Pf!-YO ya he
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