El teatro en la independencia: piezas teatrales
338 GUILLERMO UGARTE CHAMORRO que al amante de Armida fatigaran, esperan una voz que les ordene poner diques al mar, levantar puentes, templos, t eatros, alcázares, altares, formar ciudades, y poblar los mares. La mente se adelanta a estos días de gloria y de esperanza. Mas estas grandes y abundosas fuentes de riqueza, poder y de ventura, vanas, desconocidas, ignoradas como hasta aquí serán, si las dejares brotar inertes en su sombra oscura; si instrucción y moral, que avergonzadas en el trato social hasta hoy se miran y protección imploran, con grata afinidad no se incorporan en el ser de los pueblos, cual se mezcla la luz celeste al aire que respiran; si la superstición y la discordia no se vieren humildes, o humilladas, y cual reinas vencidas marchar al carro de la paz uncidas. He aquí el deber sagrado de un gobierno ilustrado que a su interés prefiera el de los pueblos, y que quiera vivir en su memoria; éste será el deber, ésta su gloria. Ardua, escabrosa, lenta será la senda al bien, cual un camino que se abre sobre montes y torrentes. Mas todo al celo y la constancia cede. ¡La constancia! de todo triunfa, y puede con un poder divino forzar a sus intentos el destino. ¿Y cuál medio más fácil y más grato para llegar al término deseado que fomentar un teatro bien reglado que su antiguo descrédito desmienta?
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