El teatro en la independencia: piezas teatrales
EL TEATRO EN LA INDEPENDENCIA XLV rrido en nuestra infancia política: los obstáculos que nos ha presentado la ignorancia, las envejecidas habitudes y la pre– ponderan'cia de nuestros opresores; y en fin, al través de tan– tos escollos, la libertad se presentó en un trono artificiosa– mente iluminado. En su presencia se ejecutó un gracioso bai– le por personajes alegóricos . .. " Pese a todo aquello, el descontento de la opinión pública pron– to creó en el Gobierno un eviden·te clima de temor e inseguridad hasta el punto de llegar a preocuparlo asuntos de mínima impor– tancia. Como significativo ejemplo, Barros Arana -quien, sea dicho de paso, por discrepancias ideológicas, jamás estimó mucho la actuación política de Egaña- cuenta que en la sesión del Se– nado celebrada el 7 de abril de 1824, Egaña informó que en dos noches "se habían presentado en el teatro público, espectácu– los que ofendían la moral nacional, y que siendo una de las prin– cipales atribuciones del Senado conservarla y fomentarla alejan– do con serias medidas cuanto pueda corromperla, hacía formal moción para que se oficiase al Gobierno encargándole ordene a las autoridades competentes que hagan las más serias investiga– ciones para conocer al autor de aquéllas, y que se castigue como corresponde a la gravedad del delito". Tres días después, el Su– premo Director interino, Fernando Errázuriz, respondió que des– de la primera presentación de ese espectáculo, había dispuesto las medidas convenientes para que no se volviese a repetir, y que el empresario del teatro había sido severamente reconvenido por lo ocurrido. Barros Arana añade que el espectáculo que tanto preo– cupaba al Senado y al Supremo Director, consistió en una de esas denominadas "fantasmagorías". En ella se habían exhibido, me– diante "linternas mágicas", célebres cuadros pictóricos con figu– ras humanas semidesnudas. (Historia General de Chile, tomo XIV, Santiago, 1897, p. 384). Muy poco tiempo vivió Chile bajo la Con·stitución de 1823. El 19 de julio de 1~24 una asonada popular, propiciada por los mi– nistros de Freire, determinó que dos días después, aquélla queda– se prácticamente anulada. Este hecho fue recibido como un ver– dadero triunfo del ideario liberal sobre el conservador y motivó en Santiago grandes demostraciones de júbilo popular. Luis Ambrosio Morante, el famoso actor y autor teatral pe– ruano que actuaba por entonces en la capital chilena y era bien conocido por sus creencias liberales y anticlericales, quiso cele– brar con una función especial la derogatoria de la Constitución
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