Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

8 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ III Había entretanto, Napoleón coronado a su hermano Luis como rey de Holanda, después de hacer lo propio en Nápoles con José y en Westfalia con Jerónimo; e Inglaterra, a quien el terrible dominador del mundo, vencedor siempre, había empezado a cerrar y cerraría al fin por completo todo comercio europeo, con el famoso bloqueo continental, puso la ávida vista en las posesiones remotas de su~ adversarios, con el ánimo de llevar hasta ellas su poder y su auto– ridad. Luis Bonaparte era a la sazón rey holandés, y los holandeses poseían en la punta sur de Africa, la colonia del Cabo, un día arre– batada por ellos a Felipe II, su irreconciliable enemigo, a la Colonia del Cabo decidieron ir, para conquistarla. Como pensaron lo hicie– ron. Una escuadra competente, a órdenes de Sir Home Popham, con siete mil hombres de desembarco, comandados por el héroe de Se– ringapatan, Davis Baird, y por William Carr, vizconde de Beresford, partieron de la Bahía de Todos los Santos (en el Brasil). Presentá– ronse en Buena Esperanza y ocuparon definitivamente la colonia, que no ofreció a sus agresores la mínima resistencia (1806), obte– nido lo cual, Popham, hombre audaz y sediento de renombre, dióse a soñar con poner el pie de América, adelantándose o tal vez con– formándose a los siniestros planes de Guillermo Pitt sobre posesión del continente occidental. Vió Popham en las colonias españolas de este hemisferio otras tantas conquistas fáciles de conseguir, y sin más vacilaciones, apron– tóse a invadir las que juzgó más débil y abandonada entre todas ellas -la más próxima fronteriza- la de Buenos Aires. IV Era el 2 de mayo de 1806, cuando parte de la escuadra invasora del Cabo, compuesta de los navíos "Narciso", "Encuentro", "Diade– ma", "Razonable", "Diómedes 11 y cinco transportes, a órdenes del propio Popham (7), partió de la ciudad y el puerto de aquel nombre hacia la isla de Santa Elena, y de esta última a occidente, llevando en la Capitanía General guatemalteca (1819), tornó a España, donde, después de servir varios cargos de alta distinción y de obtener las grandes cruces de Isabel la Católica y de San Hermenegildo, murió en ejercicio de la Dirección General de Marina en 1824.- Ver acerca del hecho principal que se narra en el texto, a Torrente; y, más que todo, el interesante escrito de Tomás Iriarte, "las cuatro fragatas", in erto en la Revista de Buenos Aires, t. X, pág. 192 a 224. (7) Cuatro fragata , tres corbetas y tres bergantines.

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