Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
FERMENTACION PATRIOTICA EN BUENOS AIRES 35 XII Incidentes al parecer insignificantes, pero en el fondo revelado– res del peligroso fermento liberal despertado en las provincias por el ejemplo y los' alardes de la capital, habían conmovido profunda– mente a Chuquisaca, Atenas del virreinato bonaerense, en cuyo seno habíanse formado gran parte de los prohombres del bando demo– crático. Por causas y circunstancias que en el próximo capítulo deta– llaremos, había el pueblo de la indicada población depuesto a las autoridades españolas, y sustituídolas con una junta de gobierno popular (25 de mayo de 1809). Tal movimiento, que importaba la ruptura de los reatos consuetudinarios de obediencia y devoción a la metrópoli y a sus agentes, había repercutido en La Paz, donde, con mayores franqueza y decisión, habíase constituido otra junta, denominada tuitiva, que por sus actos y proclamas, tendía a la in– dependencia absoluta (16 de julio). Perteneciendo la zona conmovida a la jurisdicción de Cisneros, creyó éste de su deber aplastar aquellas explosiones, que llevaban trazas de dar en tierra con la dominación de la patria. Añádase a este temor la alarma que, a cada momento, concitaban las reitera– das nuevas de otras conmociones, surgidas en el norte del continen– te (México, Caracas, Quito). Urgía que, en el acto, se enviara una expedición al Alto Perú, represiva de la anarquía allí imperante, sin que para ello obstara la convicción de que el virrey del Perú, don Fernando de Abascal, habría, por su parte, de proveer lo necesario a la represión. Tal expedición podría salir, contando con las fuer– zas de Buenos Aires, esto es, con las de patricios y arribeños, y por supuesto con la de españoles, todas preexistentes; pero no había en las arcas reales un solo maravedí. La propuesta de los estancieros ofrecía la ventaja de facilitar muy apreciables ingresos, y de aquí la dolorosa necesidad de aceptarla. Decretóse en seguida el tráfico libre con cualesquiera embarcaciones portuguesas o británicas que arribaran al puerto, algunas de las cuales andaban por las costas vecinas, a la espera de lo que se resolviese sobre el asunto; y, como se había previsto, llovieron los miles para refrigerio del fisco, y to– do fue para el gobierno riqueza y facilidades. Buenos Aires, desde ese instante, tendría la ventaja de proveer a sus exigencias por sí misma; la independencia económica quedaba conquistada; y su de– saparición, intentada siquiera, sería raíz, fundamento y ocasión para una autonomía que, si acariciada en secreto, nadie, ni los más exal– tados y animosos, habría, hasta entonces, atrevídose a formular paladinamente.
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