Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

38 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ cordialmente enemigos; cuadro espantoso de anarquía, de desorden y desolación. Buque inglés procedente de Málaga, (el mismo que en 13 de ma– yo arribó a Montevideo), es el que trae estas noticias, a poco con– firmadas oficialmente y reservadas por el virrey, que comprende el peligro envuelto en su publicación; pero, subrepticiamente conoci– das, desparrámanse aquéllas por donde quiera con la rapidez del relámpago, juntamente con esta otra, que concita la cólera de los comerciantes y hacendados bonaerenses; a saber, la de que la Jun– ta usurpadora de Cádiz, aquella que, no representando más que una fracción diminuta de un Estado en que impera, totalmente ca– si, el conquistador extranjero; esa junta apócrifa, detentadora de la soberanía, indigna de reconocimiento y de obediencia; se ha per– mitido, con todo, compuesta como está, de mercaderes gaditanos, interesados en la reposición y vigencia de los viejos odiados mono– polios, acordar de preferencia, como uno de sus más importantes y primeros actos de gobierno, y decretar de una plumada, la elimina– ción del libre tráfico y franco comercio que a los americanos del Plata había poco ha el virrey Cisneros tenido que permitir por jus– to y conveniente. XV La furia del pueblo, incontinenti movido por los interesados, es indescriptible. Cisneros, aterrado, y vista la notoriedad que ya obtie– nen las tristes nuevas recibidas, lanza proclama confirmatoria de éstas últimas, en la que, al final, suplicantemente recomienda a sur pueblo la lealtad a la madre patria; la sumisión para con ésta consi– guiente a la solemnidad de la situación y del momento; y, por fin de fines, la obediencia a la junta gaditana, llamada, a falta de la fugi– tiva central, a ejercer el poder supremo en nombre y representación del monarca legítimo (18 de mayo de 1810). Los corifeos patriotas se buscan, se reunen y deliberan. El ins– tante es propicio para sus planes, y hay que aprovecharlo de una vez. La más numerosa, importante y decisiva de esas reuniones todavía privadas, es la que se consuma en la noche misma del 18, precisamente en los momentos en que, de acuerdo con los presuntos emancipadores, los jefes de patricios y arribeños convocan a sus soldados en los cuarteles y pónenlos sobre las armas, para, si fuere preciso, apoyar a fuego y sangre el ya inevitable movimiento. Los conjurados, que esta vez sesionan a plena luz, ya sin mis– terios ni temores, formulan esta conclusión interesantísima, peren– toria y audaz, que importa ya la definición de la soberanía popular

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