Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
FERMENTA.CION PATRIOTICA EN BUENOS AIRES 39 inmanente en la colonia, y la declaratoria de su autonomía e inde– pendencia "Dominada España por los franceses y privada de go– bierno legítimo, ya que Cádiz no es la Península, y una simple ciu– dad del reino no tiene ningún derecho para arrogarse el gobierno de éste, ni el de los inmensos países de América- estos países tienen el poder y están en la necesidad de proveer a su administra– ción y defensa, y en los de constituir un gobierno propio, con tanta justicia y derecho como Cádiz y las demás provincias españolas; gobierno que, excluyendo a un virrey falto de base, representación y autoridad, queda compuesto de argentinos". Aunque en seguida se agregue que ello debe ser "intertanto España venza a Napoleón o se restablezca en su trono a Fernando VII", fácil es comprender que tales frases no significan más que un arranque de conmiseración con el pasado, una transacción del momento, dirigida a desarmar cualesquiera sentimientos vacilantes, tímidos, leales a la patria ultramarina, o fieles a la tradición y a los hábitos de otros tiempos. XVI El 19, desde temprano, estuvo la población en movimiento. Do– minados todos por un solo pensamiento y un propósito, y acabada la estación preliminar deliberativa, diéronse los cabecillas a la eje– cución. Decidióse pedir al ayuntamiento, en la persona de su alcalde, don Juan José Lezica, la convocatoria y celebración de un cabildo abierto, a fin de que, congregado en éste el pueblo en asamblea general, "acordase si debía cesar el virrey en el mando y si, para mejorar la suerte de la Patria, se erigiría una junta superior de go– bierno". Lezica ofreció conferenciar sobre el punto con sus colegas, y, reunidos los mismos en la noche, decidieron poner antes el ne– gocio en noticia del virrey. Así lo hizo Lezica el propio día 19. Voló de furia Cisneros ante la presentación, y protestó reprimir el avance con las armas, si fuere necesario. Al efecto, llamó a los jefes; pero éstos, o se negaron unos (como Suárez y García) peren– toriamente a toda represión de la que llamaron "natural y justa" actitud popular; o contestaron indecisos, otros revelando su poca resolución de habérselas con una corriente al parecer universal, y tan incontenible como inminente. (3) (3) Son notabilísimas las palabras de Saavedra en aquella junta, popu– larizadas en los curiosos fastos de Navarro Viola. Según este autor, viendo que todos los jefes congregados callaban Saavedra tomó la palabra y dijo: ''Son, señor muy diversas las épocas del l'.' de enero de 1809 y la de mayo de
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