Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
40 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ Cisneros hubo de ceder. El ayuntamiento reunido cedió también, por su parte, ya que, aunque compuesto de españoles, veíase desnudo de fuerza y de apo– yo; y convocó los notables a cabildo abierto (21 de mayo), para las nueve de la mañana del día siguiente (del 22). XVII Presentáronse en las salas del municipio doscientos veinticuatro de los doscientos cincuenta ciudadanos nominalmente convocados; número en que se vió a la cabeza, sin faltar uno solo, a los cabecillas del partido popular. Acudieron, por su lado, el obispo, los oidores de la audiencia, y casi todos los funcionarios civiles y militares. Partidas armadas cerraron las boca-calles de ingreso en la plaza prin– cipal; pero luego el populacho, en oleadas irresistibles, salvó el obs– táculo, y colmó bullicioso el perímetro fronterizo al local en que la reunión había de celebrarse. Abierto el debate, habló el obispo Lúe y Riega manifestando que, aunque la Península estuviese en su mayor parte ocupada por los invasores franceses, un solo pueblo libre que respetase de ella reasu– mía y representaba su soberanía, y por tanto tenía derecho de seguir gobernando las posesiones de América. Castelli y Passo replicaron planteando la desaparición de la nacionalidad metropolitana; esta– bleciendo la absurdidad de que una porción mínima de ella se arro– gara las facultades pertinentes a un rey y a una entidad política que habían de pronto desaparecido; y concluyendo con la fórmula prede– terminada por la junta de patriotas celebrada la víspera: Buenos Aires, como Cádiz, es elemento integrante de la monarquía, y posee derecho igual para reasumir, a su vez, la personalidad que le co– rresponde, y para ejercer sus derechos y velar por sí mismas sobre sus intereses. "Los españoles e hijos de españoles, agregó Castelli, 1810 en que nos hallam~. En aquélla existía España, aunque ya invadida por Napoleón: en ésta, toda ella, todas las provincias y plazas están subyuga– das por el conquistador, excepto sólo Cádiz y la isla de León, como V.E. mis– mo lo asegura en su proclama de ayer. Y qué señor! ¿Cádiz y la isla de León son España? Este inmenso territorio, sus millones de habitantes ¿han de reconocer soberanía en los comerciantes de Cádiz y pescadores de la isla de León? Los derechos de la corona de Castilla, a que se incorporó la América ¿han recaído en Cádiz y su isla, que 5on mera parte de Andalucía? No, señor; no queremos seguir la suerte de España ni 5er dominados por los franceses: hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos para nosotros mismos. Quien dió a V.E. autoridad para mandarnos ya no existe; de consi– guiente, tampoco V.E. la tiene ya: no cuenta V.E. para sostenerse con ltU fuerzas de mi mando!
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