Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

FERMENTACION PATRIOTICA EN BUENOS AIRES 43 no había dado, y que aquélla tenía por base y objetivo principales la eliminación del virrey. Los jefes patriotas, reunidos en casa del vecino don Miguel Azcuénaga, acordaron una intimación final a los cabildantes para el día siguiente, notificándolos imperativamente pa– ra reunirse ese día temprano; y, arreciando dondequiera los clamo– res, tumultos y tiros, sin que fuerza alguna se cuidase de reprimir aquel desorden, Cisneros, ya anheloso de quietud, de alejamiento y seguridad, envió también su renuncia de la presidencia en la noche y se asiló en una casa respetable, abandonando para siempre el palacio de gobierno. XIX Y amaneció el 25, en cuya mañana (a las nueve), apenas reuni– dos los munícipes bonaerenses, vieron éstos su local invadido por una muchedumbre trasnochada, que, por su actitud y furiosos gritos, parecía resuelta a todo. Exigióseles recibir una comisión popular allí presente, y en seguida leer y acatar el ultimátum o conminatoria redactada desde la víspera en casa de Azcuénaga; documento en el cual se exponía que, habiendo el ayuntamiento excedídose de la au– torización que se le había otorgado, no sólo desobedeciendo, sino contraviniendo los imperativos populares, al extremo de conservar "al señor Cisneros" como jefe del gobierno con comando de ar:rrlis el pueblo de Buenos Aires reasumía las facultades que, en un mo– mento de debilidad y confianza ciega, había conferido al cabildo el 22, y exigía de éste la nueva proclamación de la junta siguiente, que aquel pueblo elegía por sí en reemplazo de la publicada el 24; presi– dente y comandante de armas, don Camelio Saavedra; vocales, don Juan José Castelli, don Manuel Belgrano, don Miguel de Azcuénaga, don Manuel Alberti, don Domingo Matheu y don Juan Lamea; y se– cretarios, don Juan José Passo y don Mariano Moreno. Llamó el alcalde Lezica a los jefes del cuerpo, que, interrogados si esa era su voluntad y la del pueblo, respondieron afirmativamente. Pregunta igual, desde los balcones del cabildo, hízose a la muche– dumbre congregada en la plaza, que, a su vez, respondió: sí, sí, entre gritos y aclamaciones indescriptibles. "Pues así será", exclamó el alcalde. Llamóse a los propuestos que previo el juramento de desempeñar fielmente el cargo y de "mantener la integridad del territorio bajo el cetro del rey Fernando, guardando y haciendo guardar las leyes del reino", pasaron inmediatamente a la casa gu– bernativa, ya desocupada por el virrey caído, donde iniciaron sus labores en medio de los más ~"t"andes regocijos populares. 610015

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