Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
TRIUNFOS DE LA REVOLUCION PLATENSE 47 te, trazando el ángulo gigantesco de Cuyo, Chacabuco y Maipú, hasta el océano; y por el océano, desde Maipú hasta la sede legen– daria de los Gasea, los Cañete, los Toledo y los Abascal. II El mismo día 25 de mayo, en la representación popular conmi– natoria, dirigida a la erección de la entidad gubernativa que debía presidir Camelio Saavedra; esto es, aun antes de constituirse for– malmente la primitiva junta ya el pueblo de Buenos Aires extendía la vista audaz hacia sus dependencias apartadas, concretando el pro– pósito y la resolución de colocarlas bajo su égida. Y, efectivamente, uno de los párrafos de aquel ultimátum exigía que, en un plazo de quince días máximo, se despidiera a las provincias del interior "una expedición militar de quinientos hombres, a las órdenes de jefes seguros, con el objeto de garantizar a los pueblos la libre elección de sus diputados; medidas -dice un escritor- que equivalía, lisa y llanamente, a abrir de hecho la guerra de la independencia, pues era de suponer que los jefes militares que, en nombre del gobierno de la metrópoli administraban esas provincias, rechazaran por medio de la fuerza aquella expedición sediciosa para ellos". ( 1) Y, en verdad, la campaña en cuestión, sangrienta y dilatada, era la iniciación de muchas que vendrían después, para cuya compren– sión -conforme a lo prometido en el precedente capítulo- preciso es recordar algunos antecedentes. III Dijimos, en su lugar, que el virrey Hidalgo de Cisneros hubo de acceder a la concesión del libre tráfico con Inglaterra y Portugal, cohibido, ante todo, por la carencia excesiva de recursos, premiosa– mente exigidos por las alarmantes nuevas recibidas del Alto Perú, donde las ciudades de Chuquisaca y La Paz habían atacado y depues– to a las autoridades españolas, y pronunciado, solapadamente o no, su voluntad de ser soberanas y libres. "El ejemplo audaz -dice Ló– pez- que contra el régimen colonial había dado Buenos Aires en 1806 destituyendo, prendiendo y expulsando nada menos que a un virrey, es decir, al representante mismo de la persona real; el nom– bramiento que, por acto popular y sin consideración a las leyes es– pañolas, hizo el pueblo de Liniers para que gobernara el virreinato; (1) José Coroleu, América, su colonización, dominación e independencia, vol. III, pág. 288.
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