Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

TRIUNFOS DE LA REVOLUCION PLATENSE 51 sidente y del alcalde y desde los altos de la cárcel próxima, Alvarez de Arenales, con uno de los oidores embiste el depósito de artillería, ubicado en la misma gobernación y extrae los cañones allí existentes, que instala luego en la plaza y utiliza con la pólvora de los almace– nes, ya aprehendidos, en las afueras de la ciudad. Las guarniciones de ésta son así rodeadas, dominadas y desarmadas, casi sin comba– tir. Se conmina a Pizarra de renuncia, so pena de pulverizar su resi– dencia a cañonazos y de no garantizarle la vida; vida que la multi– tud enfurecida, con esa instantánea y peculiar psicología de los grupos gregarios, juzga necesario extinguir, para castigo de ofensas, efectivas o imaginarias. Pizarra se somete y presenta su dimisión. La Audiencia vencedora admite ésta en otro acuerdo público, y acaba por encomendar el ejercicio de la autoridad civil a su regente, así como el mando militar al coronel Arenales, director del movimiento. Es el 25 de mayo de 1809, o sea con un año justo de anticipa– ción, la propia fecha en que ha de consumarse el sacudimiento sepa– ratista de Buenos Aires. Al día siguiente, 26, estos "primeros sediciosos de la América Meridional", como los llama Torrente ( 4), despiden de la ciudad a las tropas y guarniciones sometidas, cuyas annas empuñan, en reem– plazo suyo, los vecinos, organizados militarmente; el 27, previo auto de los oidores, Pizarra, sometido a juicio de residencia rigorosa, es puesto en prisión; y el 28 se comunica al virrey Hidalgo de Cisneros todo lo ocurrido, añadiendo que, una vez voluntariamente eliminada la autoridad abusiva y tiránica del presidente, causa del motín, el orden reina en la provincia, deseosa de constituir una junta seme– jante a las de la Península, que aplasta los planes de la princesa Carlota Joaquina y de la Corte de Brasil; mantenga la general fideli– dad guardada a la soberanía legítima de Fernando VII; y garantice la lealtad y el orden en la jurisdicción de la audiencia oficiante. Cisne– ros, convencido de que la dimisión del gobernador es, como se dice, voluntaria, autoriza a la Audiencia para continuar al frente de la administración; si bien, con noticias posteriores y ciertas de lo acae– cido, entrégase a las medidas de represión que se relatarán después. El 30 del propio mayo, esto es a los cinco días del pronunciamiento, preséntase a las puertas de la población, seguido de tropas competen– tes, el gobernador de Potosí don Francisco de Paula Sanz. La Audien– cia lo intima retirarse, si quiere economizar la efusión de sangre; y envíale comisionados que lo informan de que todo ha conspirado y conspira exclusivamente a la defensa de la realeza legítima y a la extirpación de los proyectos usurpadores de la casa de Braganza. Se (4) Op. et . vol. cit. pág. 38.

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