Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
TRIUNFOS DE LA REVOLUCION PLATENSE 57 XIII Triunfadores los suyos, reaparecen incontinenti, con los veci– nos pacíficos y prescindentes, los peninsulares fugitivos. Sábese que los derrotados se congregan en Coroico, Machamarqui e Iru– pana, y que los dos hermanos Lanza, Iriarte y el presbítero José Antonio Medina, el famoso párroco de Sicasica, se han colocado a su frente, ansiosos de reorganización y de desquite. No hay tiempo que perder. El arequipeño Goyeneche, activo, experto, tenaz, alma templada que persiste en ser escudo del despo– tismo, renunciando a la gloria de ser el libertador de su patria, dis– pone que el propio 26 salga su primo Tristán en pos de los suble– vados. El comisionado lleva quinientos hombres escogidos y dos piezas de artillería. Llega a Machamarqui primero y a Irupana des– pués (27 de octubre). Llenos de audacia y ardor, los insurgentes, sin darse tregua para procurar éxitos mayores, embisten al general rea– lista, que descansa de las marchas forzadas de la noche anterior y de aquel día; pero la sorpresa fracasa por un aviso oportuno, y los atacantes sucumben otra vez. Perseguidos, caer;i uno de los Lanza y el cura Medina. Tristán deja una fuerte guarnición en Irupana, y regresa a La Paz con sus prisioneros y tropas. Sucesivamente, van cayendo los otros cabecillas, Murillo inclusive. Fugitivo en las mon– tañas próximas, es capturado un día y cruelmente conducido al tea– tro de su patriotismo y de su gloria, que será pronto el de su mar– tirio. Abrese el sumario pertinente, instruido con rabiosa celeridad por asesor de la presidencia del Cusca, Dr. D. Pedro López de Se– govia. Murillo es, el 29 de enero de 1810, arrastrando a la horca. An– tes de descorrerse el nudo fatal, pide la gracia de hablar y dice: "Voy a morir, y muero feliz, porque la hoguera que he encendido ya no podrá jamás ser extinguida por los tiranos. . . ¡viva la libertad!" Con él y tras él (el propio día) son ahorcados Bueno, Catacora, Ji– ménez y Graneros. Se da garrote a Lanza, Sagárnaga y Jaén (8). (8) El garrote diferenciábase de la horca en que la estrangulación, en ésta. efectuábase por una cuerda, suspendiendo en alto al reo y apretando su garganta con un nudo corredizo; en tanto que la estrangulación porga– rrote practicábase atando al reo a un tronco fijo (de aquí la denomi– nación), provisto de un anillo o collar de fierro, introducido hasta en– volver el cuello del ajusticiado y apretado por un tornillo, opri– mía y sofocaba hasta _causar la muerte. También se daba garrote cru– zando un palo sobre la cerviz del condenado, echando una soga al palo y al cuello del mismo, y haciendo luego girar el primero sobre sí, en forma que enroscando y achicando la cuerda iba oprimiendo y sofo-
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