Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
58 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ Rota la cuerda en que se suspende a Figueroa, es éste bárbara– mente degollado con un hacha a ras de tierra. Medina debe la vi– da a su carácter sacerdotal: traído a Lima para ser enviado a Es– paña, es, por enfermedad seria que aplaza el viaje, encerrado en Ja Recoleta, de donde se escapa y fuga hasta Chile (9). Treinta patrio– tas más son encerrados en los presidios de Chagres, La Habana (el Morro), Filipinas, Cartagena (Bocachica) y Cádiz (la Carraca). Rei– nan el silencio y el terror por todas partes. El 28 de febrero de 1810 se vuelve Goyeneche a su presidencia del Cusca, dejando a Ramí– rez de gobernador de La Paz en sustitución de Tapia. Por su parte, Nieto, con las fuerzas que conduce desde Buenos Aires, y que al– canzan a mil hombres (entre milicianos de Córdoba y soldados de los cuerpos capitalinos de patricios y arribeños), llega a Tupiza, desde donde, en proclamas amenazadoras, conmina de obediencia y sumisión a los chuquisaqueños. Es el 24 de diciembre cuando se presenta a las goteras de la ciudad. La triste suerte de los patriotas de La Paz, cuyo suplicio desde entonces se contempla como seguro, siembra el terror en la heroica población del 25 de mayo. Nieto re– cibe una diputación de sometimiento. El gobernador Pizarra es suel– to y entregado. Nieto entra triunfador sin una gota de sangre, y, por disposición antelada del virrey Cisneros, asume la gobernación Sigue la sofrenada al uso de esos tiempos. Llueven los suplicios y las deportaciones; en una palabra, la represión furiosa y cruel que, como hemos visto, provoca un grito de indignación en la metrópoli del Plata. A lo largo del virreinato bonaerense parecen imperar el mutismo y la lealtad a las autoridades españolas. Pero ello es una ilusión. Anhelos misteriosos, corrientes invisibles, conspiraciones subterráneas, mantienen inextinguible la fermentación. La hoguera encendida por Murillo ya no se apagará jamás. El alma del mártir, como el polen de las palmeras aisladas en el desierto, irá, en las le– janías del espacio y del tiempo, a fecundar otros fuertes y nobles es- cando al garroteado. Es seguro que, destruido (por los patriotas) o inexistente la primera especie de garrote en La Paz, fuera esta segunda la que iSe aplicase a Murillo y a sus consortes, que así tendrían suplicio igual al sufrido en Cajamarca por el último de los Incas. (9) Aprovechando de las frecuentes salidas que, hasta en la noche, le per– miten los religiosos descalzos de aquel convento. Primero escapóse a Huacho, y allí encontró embarcación que le llevase a Valparaíso. Pro– fesor en la Universidad de Chuquisaca, antes de servir en la parroquia de Sica.sica, fue allí maestro de Monteagudo, Castelli, Passo y demás próceres bonaerenses, como lo fue el célebre abogado peruano Dr. D. Mariano Alejo Alvarez, Vocal de nuestra Corte Suprema.
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