Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PRIMERA EXPEDICION PLATENSE SOBRE EL ALTO PERU 61 provincias invadidas o amenazadas por la irrupción bonapartista, erige una junta autónoma, reasumiendo la soberanía real elimina– da, y ejerciéndola por el pueblo y para el pueblo, huérfano de su reyecía, brota racionalmente en la colonia el concepto de la igual– dad; o sea de la facultad nativa en las posesiones hispanas ultrama– rinas, de hacer lo mismo que las lejanas secciones peninsulares, constituyendo, como ellas, gobiernos propios, defensivos de los in– tereses y derechos regionales, descuidados por inutilidad, indiferen– cia o impotencia de la hegemonía tradicional. Cuarto ciclo: planteada esa opción a la igualdad para todas las fracciones comprensas en el organismo total de la madre patria, eclosión del concepto, de !anhelo y de la resolución de la libertad, por y con el ejemplo de una España sine rege, administrada y go– bernada por ella misma, a falta y por eclipsamiento del despresti– giado derecho divino, forzado en breve a revestir las formas jurídi– co-constitucionales; y Quinto ciclo: Sentimiento general de respeto y consideración al derecho igual de las provincias del interior del virreinato, mania– tadas y cohibidas por las potencias y trabas históricas; percepción de una fraternidad a natura, de una solidaridad obligatoria, políti– camente necesaria y moralmente ineludible; y, en consecuencia, de una cooperación suficiente, armada y poderosa, dirigida a facilitar y extender las propias adquisiciones y garantías, acabadas de ob– tener por la población cabeza y sede del extinguido régimen colonial. II Esta concrec10n, en manera alguna caprichosa, y antes bien estrictamente científica, de la revolución platense, hasta aquí escri– ta en sus primitivas explosiones esporádicas a lo largo del perímetro de su jurisdicción, era cosa lentamente necesaria y útil en momen– tos en que emprendemos el relato, si sucinto, interesante y móvil, de las expansiones argentinas en sentido norte, empujadas a su ci– clo final por la solidaridad y la cooperación fraterna que se acaban de esbozar; y atraídas, como la brújula hacia el polo magnético, por el centro de la fuerza y del poderío hispanos; punto de apoyo de las pretensas reacciones legitimistas, y amenaza permanente contra cualesquiera anhelos y conquistas, que, sin la eliminación del enun– ciado foco habrían entonces y siempre, de ser insostenibles, inse– guros e inestables. Ese lúcido instinto de defensa y conservación, que tan primor– dial papel desempeña en todos los grupos y acontecimientos huma– nos, y que la flamante ciencia sociológica convierte en el principio

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