Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

68 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ de Nieto. Apresúrose a enviar a la zona del Titicaca una de las unidades comprensas en el famoso regimiento Real de Lima (algunos cuerpos de las milicias capitalinas de color morenos o pardos); y, en fin, dinero abundante y toda especie de elementos de guerra y de campaña. De este modo, si por desgracia cediera el campo la fracción altoperuana de vanguardia, los victoriosos insurgentes vendrían de todos modos (como en efecto ocurrió) a quebrarse y desvanecerse ante las bayonetas del ej ército de reserva del Bajo Perú, tranquila– mente adiestrado, en la altiplanicie del Collao, por todo el tiempo, probablemente dilatado que dejáranla disponible las campañas del sur. Y , una vez coronadas éstos por el triunfo, habría ya brazos potentes y medios sobrados para atravesar las "inmensas e inútiles pampas" bonaerenses (como las llamaba entonces el ciego presidente de Charcas) ; para lanzarse sobre las orillas del Plata; y hacer en ellas mor der el polvo a los ilusos que habíanse atrevido a ajar el prestigio y el poder de la Península y a pisotear la autoridad sagra– da de Femando (10). VII Pronto, en cumplimiento de tales planes y disposiciones, vivía Nieto al frente de las tropas de Potosí, de Charcas y de las demás provincias puestas a sus órdenes por los gobernadores respectivos; tropas que, r eunidas a las traídas por él mismo desde Buenos Aires en diciembre de 1809, ascendieron a más de dos mil hombres. La mitad de éstos refo rzada con cuatro piezas de artillería, partió camino a Jujuy, llevando a su cabeza al capitán de fragata don José de Córdoba y Roj as, para, como división en vanguardia, ocupar los pasos obligados de Suipacha y Tupiza, y allí cerrar la senda a los invasores. El propio Nieto marcharía después, si fuera necesario. Entretanto, Goyeneche y su segundo Ramírez, reproduciendo exactamente el proceso militar por ellos empleado en la precedente campaña emprendida contra Murillo y los suyos, establecieron su cuartel general en Zepita, en donde concentraron las tropas y mili– cias de que ya se hizo mención; iniciaron con ellas labor tenaz de (10) Lleno de entusiasmo y de presunción, al conocer las disposiciones de Abascal, el desventurado Nieto escribía a uno de sus colegas de ad.minis– tración: ''Tengo en mi poder varios oficios de la revolucionaria Junta de Buenos Aires, a los que no he dado el uso que corr espondía, porque espero tener la satisfacción de hacérselos comer a los suci0s y viles insurgentes que me los han remitido bajo el título de representantes del poder soberano": V. Calvo, Anales de la América Latina, t. I págs. 170 y 171.

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