Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMERA EXPEDICION PLATENSE SOBRE EL ALTO PERU 69 organización y disciplina, hasta convertirlas en cuerpos regulares; y, lo mismo que en la ocasión anterior, desprendieron una fuerte co– lumna de avance y observación, con el propio coronel don Fermín Piérola a su frente, a resguardar el puente del Desaguadero; fron– tera, ya por Abascal eliminada políticamente, entre los preexistentes virreinatos. Gobernador de La Paz, en reemplazo de Ramírez, fue nombrado el vencedor de Yrupana, Domingo de Tristán. Tal era la situación de las cosas y de los elementos realistas en el instante en que, engrosadas con ochocientos voluntarios cor– dobeses, tucumanos y salteños 1 procedían, confiadas y jubilosas, hacia el norte, las huestes emancipadoras de Balcarce. VIII El 17 de octubre de 1810 chocaron por primera vez las avanzadas de ambos ejércitos. Córdoba y sus realistas parapetáronse en las escabrosidades de Santiago de Cotaguita. Los argentinos avanzaron el 27, embistieron a sus enemigos y fueron rechazados. Retiráron.'\e hasta veintidós leguas al sur, donde aguardaron los refuerzos conducidos por Castelli (que venía de Jujuy), consti– tuídos por las reservas que había ido reclutando y adiestrando en Salta, Ortiz de Ocampo. Córdoba persiguiólos con tesón hasta las cercanías de Tupiza, punto de detención de las tropas enemigas; pero, anheloso de un éxito seguro, retrocedió a Cotaguita; lugar en que, a su vez, esperó a las fuerzas chuquisaqueñas, duplicadas con las potosinas de Fran– cisco de Paula Sanz. Reunidos los tres jefes, emprendieron resueltamente sobre Tupiza. Balcarce levantó campo a las 2 de la mañana del 5 de noviembre y retrogradó a Suipacha. El 6 (a las 5 p.m.) acampó en el Nazare– no, allende el río; recogió buenas posiciones en la noche; y el 7 apareció en las alturas en orden de batalla, resuelto a hacer frente a sus perseguidores. Envanecido Córdoba por el éxito del 27 de octubre, garantizó el triunfo, asumió el comando del ejército realista y presentó com– bate. Sus embestidas, aunque llevadas con empuje heroico, estre– lláronse contra la resistencia y las formidables defensas naturales de los independientes, que, rechazándolo repetidas veces, abandona– ron después sus parapetos y tomaron la ofensiva con una decisión que no halló obstáculo. En pocas horas fueron derrotados los rea-
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