Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

84 GERMAN LEGUIA ':! MARTINEZ triunfo de Suipacha, tropelías de Potosí y entrada en Chuquisaca, parece indudable que todo el heroismo de las tropas realistas reple– gadas al Desaguadero, se habría estrellado contra los irresistibles es– fner-Los de un ejército orgulloso con sus laureles y con el pronun– ciamiento general de la opinión por su misma causa; pero desapro– vechó los preciosos elementos que obraban a su favor ... " (22); re– flexión, ésta, brotada de labios de un adversario empecinado de las banderas patriotas; y evidente, porque las pesadas maniobras y el parsimonioso avance de Castelli y de sus fuerzas, dieron a sus ene– migos descanso prolongado, en el cual organizar y disciplinar brillan– temente los elementos de resistencia recompensados por la fortuna en la desastrosa acción de 20 de junio, con aplazamiento doloroso para la entonces probable independencia del virreinato del Perú. "El acantonamiento de Zepita, refiere el autor acabado de citar, se asemejaba a las fraguas de Vulcano ... Todo era acción y vigor: a todas horas se oían resonar las voces marciales para comunicar la disciplina e instrucción: por todas partes se veían grupos de tropas y cuerpos enteros haciendo evoluciones militares y simulacros de batallas ... Increíble parece que, en tan corto tiempo, hubiera podi– do organizarse un ejército tan brillante, compuesto, en su mayor parte, de cuzqueños y habitantes de Arequipa y Puno. La base de es– te ejército fue de solos doscientos hombres, que Goyeneche había hallado en la guarnición del Cusco; y debe, por lo tanto, asombrar cómo, a los seis meses (23) hubiera podido reunir ocho mil hom– bres, que, por su disciplina, instrucción, bizarría, entusiasmo y arro– jo, podían ser propuestos como modelos de imitación. El virrey Abascal le envió cuantos auxiliares estaban a su alcance (de gente de Lima) ... Para compromoter con más firmeza y seguridad a los nobles del país, confirió a los que más se distinguían por su talento y virtudes, el mando de los cuerpos; y, aunque la mayor parte de 'stos, y en particular los soldados, nunca hubiesen oído el silbido de las balas se hallaron muy pronto en estado de desafiar todo el poder revolucionario. En el arte difícil de amaestrar para la guerra a hombres tan rudos, que ni aun sabían el idioma castellano, fue secundado poderosamente el general Goyeneche por el entonces co– ronel don Juan Ramírez y por el mayor general don Pío Tristán" (24). (22) Op. ya cit., vol. I, pág. 179. (23) De noviembre a mayo, o sea desde el triunfo de Suipacha hasta el armisticio de Laja: precisamente, el tiempo perdido y obsequiado por Castelli. (24) Vol. cit., págs. 181, 182, 177 y 178. Los cobardes peruanos, que, como se ve, no son tan cobardes ni tan inú– tiles, si a su cabeza tienen apreciables jefes, (ya que, como bien dice Torrente,

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