Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMERA EXPEDICION PLATENSE SOBRE EL ALTO PERU 87 Saavedra y los suyos (18 de diciembre de 1810), que luego expulsa– ron de su seno a los morenistas o liberales (Larrea, Vieites, Azcué– naga y Rodríguez Peña), concitando para ellos los alborotos de 6 de abril (1811). Tales querellas, repetimos, repercutieron en el cuar– tel general y campamento patriotas de Laja, despertando odios, provocando disensiones de todo orden entre los jefes, y amenazan– do romper la comunidad de sentimiento y la unidad de acción que las circunstancias imponían como condición indispensable de vic– toria . Visto lo cual, Castelli, atento a que tal situación no extrema– ra sus peligros decidióse a dar batalla, aún antes de vencerse el ar– misticio (cuyo término sólo expiraría el 25 de junio); y fijó para ello el 21 de aquel mes, tomando con tal propósito las providencias que eran de colegirse y proclamando, días antes, aparatosa, solem– nemente, la independencia del Perú y la de toda la América, desde los ruinosos lienzos de Tiahuanaco, asombrosa Balbeck de nuestros tiempos heroicos. Supo ambas circunstancias Goyeneche por sus numerosos es– pías, y resolvió, por su parte, "adelantarse", para "mejor asegurar el éxito" (26), reuniendo una junta de guerra el 19 en la noche, en la cual hubo de desplegar toda su elocuencia y autoridad para de– cidir a sus conmilitones por la ofensiva, pues todos ellos opinaban al comienzo por no moverse de las posiciones precedentes y haber de aguardar en ellas al adversario. Impuesto al fin, como más cuer– do y preferente, el dictamen del general en jefe, entró todo en mo– vimiento en la madrugada del 20, fecha destinada a ser de gloria pa– ra las armas realistas. XX Al rayar la aurora del día indicado, Goyeneche hallábase ya en marcha del cuartel general de Zepita, en dirección al puente vie– jo del Desaguadero (o puente colgante del Inca), que erróneamen– te abandonado hasta ese instante por los independientes, fue cru– zado sin hacer un tiro. Trasladóse así todo el ejército del general peruano a la siniestra del río, y penetró en la importante zona que iba a ser su campo de batalla; zona comprendida entre las orillas del Titicaca y la margen izquierda del río en cuestión. Figuremos tal zona por un triángulo, cuya base sea una línea casi vertical imaginaria N.0.S.E., corrida desde el pueblo de Hua– qui (a orillas del lago) hasta el de Jesús de Machaca; y cuyos la– dos sean, el primero curvilíneo, trazado al setentrión por la ribera {26) Torrente, op ot vol., cit., pág. 184.- Camba, id., id., pág . 57 .
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx