Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PRIMERA EXPEDICION PLATENSE SOBRE EL ALTO PERU 91 los contrarios, y rechazada, desciende para tornar a ascender. Tras– curren horas más en este porfiado forcejeo. Los partidos se defien– den con bizarría, y ya piensan en tomar la ofensiva abandonando sus altos y naturales parapetos, cuando de súbito encuéntranse em– bestidos por uno y otro flanco: al izquierdo, por Tristán, que ha consumado gloriosamente su fatigosa ascensión; y al derecho, por Goyeneche, que a lo largo de la orilla lacustre se ha deslizado como una sierpe, por entre los totorales y malezas ribereños del Titicaca, y subido también y ganado la cresta superior de las colinas en que están fuertemente atrincherados Balcarce y Castelli. Los soldados de la libertad se desconciertan, se arremolinan, retroceden, se desmoralizan y acaban por huir, corriendo y rodando por sobre los peñascales, para tomar la vía de Huaqui, Tiahuanaco y La Paz, perseguidos y acosados por el triunfador, que ocupa el re– ferido pueblo a las 4 p.m. XXV Mientras todo esto acontece del lado de Huaqui, Ramírez, cuyo cuerpo de ejército ha pasado a constituirse en centro del campo rea– lista, en reemplazo del de Tristán, bátese desde las doce del día con Viamonte y Díaz Vélez. Favorecidos aquí por lo formidable de sus posisiones naturales, los patriotas hacen estrago terrible en las fi– las opuestas. Son las tres de aquella famosa tarde, y aunque se ha batido y se bate denodadamente, Ramírez, desmedrado, comienza a ceder terreno. Créense ya vencedores los independientes en esta zona de la acción, cuando, deshechos Balcarce y Castelli, las tropas a su vez triunfadoras de Tristán, Picoaga y Goyeneche, haciendo, al regreso de Huaqui una diversión hacia la izquierda, que es en estos momentos la derecha del centro patriota, aciertan a coronar las al– turas de Huilahuila y descender por los barrancales de la quebrada de Ccasa, casi a retaguardia de Viamonte y Díaz Vélez, que, así em– bestidos por espalda y frente, se ven en la precisión de abandonar su línea y r etroceder. Lo difícil del terreno en esta parte imposibili– ta la persecución. Los dos coroneles argentinos que en el movimien– to enunciado de sus adversarios palpan la derrota de Castelli y Bal– carce, consiguen retirarse hacia La Paz en relativo orden, con unos ochocientos a mil hombres, destinados a ser, con la caballería co– chabambina, base y núcleo de la posterior resistencia.
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