Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
92 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ XXVI Esta caballería, y las pocas tropas de infantes que las acompa– ñan en la meseta de Jesús, han permanecido entre tanto inactivas e indemnes porque, como ya hemos visto, la división Ramírez, enviada a su encuentro, pasó a reemplazar a Tristán en Huilahuila y Ccasa, y dirigió el ataque contra Viamonte y Díaz Vélez. Viendo a la distan– cia y comprendiendo que el triunfo, en ese lado, iba favoreciendo a sus conmilitones, Rivera, quizá de acuerdo y con orden de éstos, tomó el camino del puente del Inca sobre Lombera, con el propósi– to de batir a éste, ocupar el puente referido, cortar la retirada del general realista y así completar la victoria, que se creyó segura, del centro independiente; pero todos los esfuerzos iniciales del caudillo cochabambino se estrellan contra la numerosa división del coronel español, hasta que, temeroso de verse copado por los cuerpos victo– riosos que a su espalda proceden de Huaqui, Huilahuila y Ccasa, Ri– vera emprende con los suyos retirada confusa y veloz, camino de La Paz, como los otros; ciudad ésta que constituyó único objetivo de cuantos, en esos instantes críticos, están a la instintiva consigna de ¡sálvese el que pueda! XXVII Tal fue la acción brillante, prolongada, importantísima de Hua– qui; prolongada, porque duró seis horas, de las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde; brillante, por la inteligencia, tesón y valentía de los ejércitos que la libraron; importantísima, por sus consecuencias decisivas y desastrosas para la causa patriota. Prefi– riendo, en este caso, como en muchos otros, la confesión paladina y las atinadas reflexiones de los historiadores peninsulares, diremos con Torrente, que "la suerte del virreinato del Perú estuvo, esta vez pendiente del mayor o menor acierto de las operaciones de Goye– neche" (30); porque, como bien concluye Camba: ¡"De cuán diverso modo habrían pasado las cosas, si las armas españolas hubieran si– do vencidas! Si el general Goyeneche hubiera sido desgraciado en Huaqui, la suerte de toda la América austral hubiese quedado allí irrevocablemente decidida, ya que, triunfantes los insurrectos, se ha– brían extendido y derramado, como un torrente, por todo el país; y, favorecidos del prestigio de la victoria y de la novedad, como auxi– liados por los partidarios que ya contaban en las principales pobla- (30) Op. et vo1 . cit., pág. 176.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx