Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
CAPITULO V CONTRAEXPEDICION DE GOYENECHE.- NUEVAS INSURRECCIONES.- SIPESIPE, POCONAY Y SAN SEBASTIAN.- BELGRANO Y TRISTAN.– TUCUMAN Y SALTA Los patriotas fugitivos del campo de Huaqui (en el que habían dejado al enemigo toda "la artillería, doscientos ochenta cajones de pertrechos, un armamento inmenso, los hospitales, doscientos cin– cuenta prisioneros, numerosos acopios de víveres, y, finalmente, cuanto poseía el ejército) llegaron a La Paz en la laborada del 21, por supuesto en partidas sueltas y desordenadas, que vertieron don– dequiera el más horroroso pánico. Tristán, con dos de sus colegas de la junta provincial de gobierno (allí, como en las demás ciuda– des cabezas de provincia, establecida por Castelli a imagen y seme– janza de la junta suprema de Buenos Aires), salió presuroso de la sede de su presidencia o gobernación, y no paró hasta doce leguas adentro. Castelli y Balcarce hicieron lo propio, continuando hasta Buenos Aires, donde aquél falleció, poco después, de un cáncer a la lengua (1). Díaz Vélez y Viamonte, más cuidadosos y serenos pro– cedieron lentamente, reuniendo y reanimando a los dispersos, hasta escoger por parada y refugio a Cochabamba. El pueblo de La Paz enfurecido por la derrota, alzóse contra los realistas, y dióse a saquear sus casas y a perseguirlos, para saciar en ellos su venganza; labor en la cual pretendieron contenerlo los dos miembros restantes de la junta, presentes en la población, mar– qués de San Felipe el Real, don Diego Quint y doctor don José de Landaberi. El primero pagó su abnegación y celo con la vida, despedazado por las desatadas turbas; y el segundo debió su salva– ción al oportuno arribo de Rivero, que penetró esa misma mañana a la cabeza de unos quinientos soldados cochabambinos de a caballo, (1) Causado por el fuego de un cigarro. Los realistas de la época habla– ban de esa desgracia como de un "castigo providencial", que gangrenó la lengua audaz de la cual se dijo haber exclamado: ''Venceré y librtaré al Perú, aunque Dios no quiera" . . . Se non e vero ...
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