Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GOYENECHE EN EL ALTO PERU 95 con él escapados del desastre del 20. Restablecido el sosiego de la ciudad, el ayuntamiento envió emisarios a Goyeneche, reclamando su presencia y suplicando su consideración. El general victorioso ora por un arranque de sagacidad y de prudencia, en él nada habi– tuales; ora por generalizar los efectos del olvido y la tolerancia de que iba resuelto a usar para con su primo el versátil gobernador; expidió en pleno camino, esto es, antes de llegar a La Paz, una proclama conciliadora, en que habló de esta manera: "Soy ameri– cano, y tan benigno después de haber vencido, como terrible al acometer a mis enemigos. . . En la mano derecha llevo empuñada la espada vengadora de la justicia, para exterminar a los protervos; y en la izquierda, enarbolo el ramo pacífico del olivo, para perdonar a los desgraciados, a los débiles, y a los alucinados por falaces opiniones" ... Escribió a la vez a Tristán, invitándolo a venir, seguro de que lo pasado se tendría entre ambos por inexistente. Tristán tornó a su puesto. Rivero prosiguió su retirada hacia Cochabamba. Goyeneche, el mismo día (8 de julio), ocupó la capital, horas antes desocupada por el caudillo independiente, siguióle el ejército, con Ramírez y Picoaga; y no quedaron a retaguardia más que unos qui– nientos hombres, entregados al feroz anciano coronel don Pedro Benavente, a quien se confió la guarda de la zona del Titicaca y, en especial, la de los puentes del Desaguadero. Días más tarde hubo de partir a Oruro y Cochabamba, en pos de los patriotas, que en el tiempo trascurrido, habían logrado reor– ganizarse. II Se dijo en el capítulo anterior, que los coroneles Viamonte y Díaz Vélez, aunque derrotados, pudieron, gracias a las protectoras condiciones del terreno, retirarse en relativo orden del campo de batalla, con unos ochocientos a mil hombres, más o menos. Esas tropas de infantería, reunidas luego con la caballería de Rivero, dirigiéronse presurosas a Cochabamba, donde, engrosadas por gen– te de la ciudad y sus alrededores y contando con el entusiasmo y decidido civismo de la provincia, aprestáronse a una vigorosa resis– tencia y aun creyeron poder arrancar alguno de sus lauros a la victoria. Goyeneche partió de Oruro el 4 de agosto, y el 13 (1811) llegó a las goteras de Cochabamba por el camino de Paria y los calveros de Yapacarí; e hizo a sus defensores, con la anticipación debida, proposiciones de paz y de sumisión. Rechazadas, procedió a la rup– tura de las hostilidades. En la mañana de la indicada fecha, la divi-

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