Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
100 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ Perseguido por las partidas avanzadas de los realistas, cuyo núcleo movíase, días después de Cochabamba sobre Potosí y Jujuy (3 de setiembre), Pueirredón defendióse heroicamente encaramándo– se impávido por las alturas, hasta Salta. Tal conducta, que exitó la atención y el aplauso de los gobernantes argentinos, valióle a poco espacio el nombramiento de general en jefe de los restos salvados de la catástrofe. VII Iban éstos llegando parcial y paulatinamente; y Díaz Vélez, con los auxilios pecuniarios que al efecto le ofrendara Pueirredón, pro– curó congregarlos y reorganizarlos en la frontera, acampando en la llamada posta de Cangrejos, donde alcanzó a juntar quinientos hom– bres. Era lo único de que ''ese activo y tenaz adversario", que dice Camba, disponía a la aproximación de Goyeneche. (7) Entretanto, el dichoso general ya coronado por el rutilante nim– bo de dos sucesivas victorias, recibía diputacio:µes diferentes, que llevábanle el espontáneo sometimiento de las poblaciones de Chuqui– saca y Potosí. A ellas resolvió dirigirse. Salió de Cochabamba, como se ha dicho, el 3 de setiembre; pero, renunciando a presentarse desde luego P.n la primera de las ciudades referidas, por conceptuar mucho más urgente constituirse en la segunda, despidió a Chuqui– saca competente guarnición confiada al teniente don Mariano Cam– pero; y él emprendió viaje directo, por Chayanta, a Potosí, lugar en que, después de diecisiete días de penosa marcha, penetró en triun– fo el 20 de aquel mes. Inmediatamente puso los vigilantes ojos sobre la frontera, y lo primero que hizo, fue enviar algunos oficiales y partidas a Chichas, a fin de reclutar gente, reunirla y adiestrarla én Tupiza, para la campaña importantísima que tenía en mentes; campaña que, como vamos a relatar, resultó en un todo contradictoria con sus planes. VIII Díaz Vélez, para entorpecer la instrucción de los reclutas, des– prendió columnas sueltas encargadas de intranquilizar a Chichas y a los oficiales instructores y, con ambas cosas, de estorbar el reclu– tamiento. Los oficiales se vinieron a Cotagaita. Goyeneche despidió en su apoyo una columna de doscientos hombres a las órdenes del coronel Barreda, que repelieron a las partidas de Díaz Vélez hasta (7) Memorias cits., vol. 1, pág. 72 .
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