Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

102 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ sucesivo. Ha logrado su objcco. Así, a lo menos, presúmelo en su vanidad, y persigue decididamente a los argentinos. Estos continúan contramarchando. La división de vanguardia, .que así llámase desde aquel día la de Tristán, toca en Tupiza y persiste en hollar la fron– tera del Plata. Cuenta más de dos mil quinientos hombres, y cree con ellos poder humillar completamente a un contendor que parece no tener ya la audacia de darle frente. Intima desde Tup.iza a Díaz Vélez la inmediata desocupación de las provincias de Jujuy y Salta. Como quien obedece el mandato de un superior, el capitán patriota sigue y sigue hasta Jatasto, cincuenta leguas adentro. Tristán, en apariencia, ha barrido la senda del vecino virreinato y en él se inter– na orgulloso, seguro de grandes éxitos. Goyeneche le envía mil qui– nientos hombres más, con lo que la división de vanguardia asciende a cuatro mil; y lo instruye en el sentido de mantener y resguardar la zona conquistada, de no emprender nada serio ni decisivo, y de aguardar el regreso del general en jefe, porque él (Goyeneche), con todo el resto d~l ejército se va urgente y velozmente de Potosí a Co– chabamba. ¿Qué extraños acontecimientos son los que así producen de un lado, aquel pertinaz e inexplicable retroceso de los argentinos inva– sores; y, de otro, la marcha súbita, desapoderada del general español? IX Se recordará que, satisfecha la Junta de Gobierno de Buenos Aires de la prudente y aun heroica conducta del gobernador de Chu– quisaca don Juan Martín de Pueirredón, quien, salvando y portan– do consigo cuantiosos caudales, había, en una serie no interrumpida de peligros y combates, arribado, íntegro, incólume, a Salta con la guarnición de su mando - concibió elevadísima idea de las dotes de aquel funcionario, y hasta decidió levantarlo a la categoría de general en jefe del ejército. Pueirredón hízose cargo in nómine de este último, en cuya dirección real y efectiva dejó siempre a Díaz Vélez, y agradeció la alta honra que se le discernía; pero, simultá– neamente, ostentando modestia tanto más meritoria cuanto exclusivo y sincero fruto de un acendrado patriotismo, manifestó a sus supe– riores su absoluta ausencia de condiciones para el caso, y la necesi– dad de enviar inmediatamente un nuevo general, experto y organi– zador, que, poniendo incremento y disciplina técnica en esos resi– duos desmoralizados por el desastre, hiciera de los mismos un ante– mural contra el que fueran a estrellarse los enemigos de la patria

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