Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
GOYENECHE EN EL ALTO PERU 103 (8). Estimó el gobierno bonaerense la justicia de tales reflexiones, y, aplaudiéndolas, acordó mandar a la frontera a hacerse cargo de] ejército, al virtuoso y bravo general Manuel Belgrano, ya ilus– trado en la campaña del Paraguay y llamado por el destino a obtener los ruidosos triunfos de Tucumán y Salta. (8) Tiempo es, aquí, así sea en una nota, dar algunos detalles acerca de este personaje, llamado a tan alta figuración, y que tan primordial partici– pación tuvo en la organización de la cruzada libertadora lanzada sobre Chile y el Perú, con resultados tan eficientes y decisivo.s. · Juan Martín de Pueirredón nació en Buenos Aires el 18 de diciembre de 1777. Su padre era francés; su madre, argentina. Después de recibir educa– ción consagróse al comercio desde la edad de diecinueve años, a órdenes y bajo la dirección de su padre, que ejercía la profesión con provecho. Esta permitióle empaparse en el estudio y conocimiento de las odiosas restric– ciones impuestas al tráfico de las colonias, despertando en su espíritu un anhelo profundo de libertad. En 1806, con motivo de las invasiones inglesas, coopera en forma eminente a la defensa y salta en un instante (como ya hemos visto) a ocupar el segundo lugar en la estimación y la admiración pública, sobrepasándole un solo personaje - Liniers. Tiene a la sazón sólo 29 años. El pueblo de Buenos Aires le envía a la Península como su dipu– tado, con el encargo de explicar y defender la conducta del cabildo bonaeren– se para con el virrey Sobremonte. Carlos IV, dicen, le recibe afectuosamente . Abrense ante él todos los círculos aristocrático.s tocados de simpatía por sus ''modales distinguidos y gallarda presencia". Era, en efecto, un "hermoso tipo meridional: alto, de cabeza erguida; m"ás que grave, templado; ojos vivos, observador, imperioso a veces, pero velado con esmero por las delicadas urbanidades del trato social; afable para con todos, fuesen elevados persona– jes o humildes subalternos; franco y ameno en la intimidad; gustoso del reir ático, saboreando con placer los chismes sociales, e incurriendo, no pocas veces, en libertades que rozábanse de cerca con la sátira antigua, si bien siempre con ingenio y vivacidad; y, al mismo tiempo, de una regularidad inquebrantables en .sus costumbres privadas y modelo de cariño p ara con los suyos" (V. a Vicente Fidel López, Revista Nacional de Buenos Aires, t. V, págs. 258 y 259). El 1? de mayo de 1808, víspera del famoso día 2, salió de Cádiz, ansioso de pintar la verdadera situación de España a sus compatrio– tas. El gobernador de Cádiz le notifica la orden de volver a Madrid, porque se conoce ya sus ideas liberales y separatistas, y se teme su regreso a la colonla del Plata. En junio, se presenta ante Murat, presidente de la Junta de Gobierno bonapartista, que le ha hecho llamar para imponerle su concu– rrencia al Congreso de Bayona en representación de Buenos Aires. "Carezco de poderes y de dinero para el caso", contesta Pueirredón-. "Poderes? Los tiene Ud. Dinero? Ahí está'' replica Murat. El audaz bonaerense finge some– terse. En la tarde sale de paseo en una calesa: el calesero es Francisco Gurruchaga. Uno y otros huyen a Sevilla. Allí constituyen la famosa sociedad secreta que ha de iniciar negociaciones en Londres para la independencia de su patria. Parten, como comisionados para el objeto, Manuel Pinto y José Moldes. Pero la revolución de España contra los franceses ha estallado, e In– glaterra ha pasado a ser aliada y protectora de España. Moldes y Pinto, de regreso de Londres, con Pueirredón y cuarenticinco más, se embarcan en la
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