Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GOYENECHE EN EL ALTO PERU 107 salir él mismo de Potosí con todo el ejército, hecha excepción de la división de vanguardia o de Tristán lanzada ya sobre la frontera argentina; y venir y hacer pavesa de los cochabambinos y de "su madriguera" sin incurrir en más moratorias, contemplaciones ni de– bilidades. Y trazó al efecto su plan. XII Picoaga. vuelto de Tupiza, por haber Tristán asumido el mando de la división de vanguardia como mayor general del ejército, salió con una fuerte divisíón por Chuquisaca. Lombera marchó por Ta– pacarí. Huía, de Chillón y la Laguna, por Vallegrande. Alvarez Soto– mayor, por Santa Cruz de la Sierra. Envióse otra columna a Cha– yanta destinada a reunirse con la que, por el camino de la Revuelta, debería ir de La Paz. Y el propio Goyeneche, con diez mil quinien– tos hombres, que el 13 de mayo (de 1813) salieron de Chuquisaca con Lombera, procedió rápidamente por distinta senda ( la de Miz– que y Clipsa). Los cochabambinos, así amagados simultáneamente por distin– tos puntos, sabiendo, por sus multiplicados espías, que el mayor peligro residía en el cuasi ejército de Goyeneche salieron, con lo más saneado de sus tropas a interceptar el paso del general enemigo; y así lo practicaron acampando decididamente sobre los ásperos picachos de Pocona (entre Mizque y Clipsa). La acción fue reñida y sangrienta; pero, a pesar de los prodigios de valor desplegado por los libres a las órdenes de su ya probado jefe Esteban Arce, triun– faron el saber y la disciplina de los cuerpos realistas, entre los que distinguióse el batallón de Imaz. Huyeron los vencidos a la desban– dada, para reunirse y rehacerse en la ciudad que defendían, dejando en el campo multitud de muertos y heridos, no pocos fusiles y diecio– cho cañones de estaño y bronce, que habían ellos mismos fabrica– do. Limpio así el paso de peligros, y rechazadas orgullosamente las condiciones que Arce y Melchor Guzmán presentaron al invasor triunfante para sometérsele, éste compareció tremendo a las gote– ras de la población (27 de mayo). Con gran sorpresa suya, los opositores de su causa y de su política, lejos de rendirse o de tentar un segundo avenimiento, presentáronse fortificados y en perfecto son de guerra sobre las cumbres y repechos del cerro de San Sebas– tián. Trabóse inmediatamente la batalla, en que los rebeldes riñeron con la febril ardencia de la desesperación; pero la multitud de fuer– zas combinadas que escalaban y acometían las posiciones enemigas por todas partes, hicieron imposible la prolongación de la resisten-

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