Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
108 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ cia. A las dos horas de brega, persistente y vivaz por ambos lados, quedaban los independientes vencidos, con destrucción que pareció absoluta, definitiva. Persecución tenaz, y sobre todo, múltiple -de todos los grupos y por todas las vías- consumó aquel terrible des– calabro. El vencedor, que había ya reducido a pavesa los desventurados pueblecitos de Quirquiagui y de Sacasa (en la travesía de Chuquisaca a Cochabamba) con el fin de sofrenar a sus indígenas sublevados -entró esta vez como arrasante alud en la ciudad- abandonada por el general realista a la furiosa licencia de sus tropas, en castigo de sus patrióticos ardores. Tres largos días de saqueos, de desenfreno, de matanza y tres noches apocalípticas, siniestramente iluminadas por los resplandores de varios simultáneos incendios (14), imprimie– ron mácula y maldición eternas sobre el nombre de Goyeneche. So– bre ese escenario de sangre, humo, vocerío y desorden, alzóse el cadalso, para infligir el último suplicio a Antezana y otros próceres, víctimas de su culto sincero por la libertad. Había aquel distinguido patriota nacido en Cochabamba, en 1773, y educádose en Buenos Aires. De alta posición y acaudalado, había sido designado por sus compatriotas para gobernador y presidente de la Junta de Gobierno; puesto en el que, por haber salido Arce, Guzmán y los otros jefes cochabambinos a Pacana, hubo él de sistemar y dirigir la defensa del 27 de mayo, batiéndose personalmente a la cabeza de los suyos, hasta caer en manos de los realistas, que le extrajeron del convento de la Recoleta, donde habíase asilado. Goyeneche confiscó sus bie– nes e hizo que la cabeza del mártir sin ventura, clavada en una pica, se expusiese, para escarmiento, en la plaza principal. Puesta así en quietud la heroica provincia, y dejada en ella una guarnición de mil quinientos hombres a órdenes de Lombera, el jefe realista desanduvo lo andado, tornándose a Potosí por la ruta de Chuquisaca. XIII Llegado apenas, ocupóse en reforzar a Tristán. Envióle los bata– llones Cotabambas y Real de Lima, y, con ellos, la prescripción de avanzar sobre las provincias de Jujuy y Salta. Tristán destacó a Huici, quien, con tropas competentes y sin resistencia, ocupó las indicadas poblaciones, y aun atrevióse a pro- (14) ''La desenfrenada soldadesca, dice José Domingo Cortés, cometió cuantos atentados son imaginables, sin respetar ni la virtud de las vírgenes ni la santidad de los templ°'5 11 • V. la op Bolivia, ed. parisién de 1875, pág. 150
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