Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

110 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ en Tucumán a dar la batalla (15). ¿Quién no concibe las ilusiones más halagüeñas al verse así rodeado por un pueblo en que todo es abnegación y energía por la libertad? XV El primer encuentro, inesperado para los realistas, que caminan a la descuidada,, se realiza en Piedras. Los gauchos de Dorrego, esos "cosacos de América", que dice Torrente (16), agazápanse con sus ágiles caballerías en el bosque, y tienden, a un batallón delan– tero del enemigo, terrible emboscada. Quinientos hombres resultan casi deshechos. Sus pobres residuos retroceden hasta el río Blanco primero, y hasta el Pasaje después. Tristán, rabioso, prosigue sobre Tucumán; campo, según él, del gran desquite. Fuerzas de línea destacadas en observación y monto– neros a caballo desparramadas a diestra y siniestra del camino, retí– ranse al divisar a los contrarios, fingiendo alto respeto y extremo temor. Tristán no encuentra la mínima resistencia a partir de aquel primer choque de Piedras. El 23 de setiembre ofrécese, con su ejér– cito, a la vista de Tucumán. El 24, con los suyos, piérdese temprano entre las amplias arboledas y risueñas avenidas campestres bordea– das de bosques, que conducen al poblado. Es, precisamente, lo que Belgrano y sus voluntarios anhelan. Todas las retiradas han sido un ardid. A espaldas de los realistas, en parajes y senderos invisi– bles, espían ocasión favorable para actuar, así los gauchos de Do– rrego, como tres batallones escogidos de su colega el bravo coronel don Juan Ramón Balcarce. Son las 12 del día más o menos, Tristán juzga al menospreciado enemigo, cogido en una ratonera. Para que no se le escape, flanquea la ciudad hacia el oeste, y se coloca con su ejército al sur cortando las vías de Santiago del Estero y de Córdoba. Por sendas descono– cidas, Balcarce y Dorrego pónense de nuevo a retaguardia de los rea– listas, que así, de presuntos interceptores resultan verdaderos inter– ceptados. XVI Lleno de confianza, Tristán emprende marcha sobre la ciudad, a cuyas puertas ve formadas la infantería y artillería de los patrio– tas y muy escasa caballería, contra lo que es de presumir en una (15) V . F. López: op. cit., vol. II, pág. 76 . (16) Op. el vol. cit., pág. 248.

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