Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GOYENECHE EN EL ALTO PERU 111 provincia famosa por su fecundidad en la producción pecuaria; pero, sin darse cuenta de esta circunstancia, o pasándola por alto, a causa, sin duda, del desprecio con que las disciplinadas filas realistas miran a las montoneras y muchedumbres del paisanaje, procede en columnas por el camino real. Unas cuantas bajas causadas en el batallón Abancay, por los cañones independientes, encienden el furor de su jefe, comandante Barreda, que ordena romper el fuego en el acto y cargar a la bayoneta en seguida. Imita esa actitud el Cotabam– bas, al cual siguen los otros cuerpos. De este modo, sin siquiera proyectar ni extender línea alguna de batalla, ni proveer la menor reserva, empéñase una brega antitécnica, desordenada, que, sin plan precedente, ni disposición actual del general divisionario, parece te– ner a éste por mero espectador y desenvolverse entre gentes extra– ñas a todo rudimento militar. El resultado próximo de este desbara– juste parece, con todo, ceder la palma del éxito a los atacantes. Los independientes ceden terreno, se arremolinan, corren por fin a bus– car refugio en la población. Los realistas, en el desenfreno y descon– cierto del cercano triunfo, dispáranse en pos de los contrarios. Ya están vecinos a la entrada de la ciudad, ya creen cogido al enemigo, ya empuñan en las manos el lauro de la victoria, cuando ¡oh sorpre– sa! los novatos escuadrones de Balcarce, y las masas informes, pero férreas, del gauchaje impelido por Dorrego, salen a retaguardia de sus escondrijos cobijados por el bosque y caen como azote del cielo sobre los deshechos grupos de Tristán; embístenlos de flanco; róm– penlos en fracciones; síguenlos en su desaforada carrera; uno de sus núcleos da con la escolta del general realista, que en pocos momen– tos queda hecha pedazos; otro se adueña del parque; y todos "intro– ducen dondequiera el terror, el espanto". La derrota es completa: los españoles dejan en el campo mil hombres, entre muertos. heridos y prisioneros; entre ellos, cincuenta oficiales y cuatro capitanes; pier– den cuatrocientos fusiles, siete cañones, tres banderas, un estandarte, los equipajes y tiendas; toda la impedimenta, en una palabra. Bel– grano incide en el yerro de no perseguirlos. Tristán, a favor de la noche, reune así a gran número de dispersos, que, reorganizados a las volandas, se retiran al día siguiente (25 de setiembre), camino de Salta, hasta Cobas (entre aquella población y la de Jujuy). Días después. fuerte columna independiente, describiendo un semicírculo sobre uno de los dos flancos realistas, preséntase sorpre– sivamente en Jujuy, y arremete a la gruesa guarnición allí existente, dejada por Tristán a órdenes de Socasa. Este bravo jefe se refugia en la plaza y calles adyacentes y se bate como un león. La aproxima– ción de los refuerzos que manda Goyeneche, produce la retirada de los independientes, que toman a Tucumán.

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