Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

GOYENECHE EN EL ALTO PERU 113 embiste incontenible a la izquierda realista, comandada por el mar– qués de Tojo, que a poco espacio se desordena y afloja. Visto esto por Belgrano, adelanta hacia aquel lado dos batallones, que allí coronen una victoria parcial, y, en seguida, cooperando a la acción del centro argentino, ataquen el respectivo centro enemigo por su izquierdo flanco. Esa operación felicísima ha de consumar el triunfo patriota en ese punto, y luego el triunfo general. La caballería del marqués ya quebrantada por el gauchaje, acaba por clarear y desha– cerse al vivo fuego de los cuerpos de infantes desprendidos, y final– mente huye veloz hacia la ciudad (18). La izquierda independiente, entretanto, es rechazada por la derecha realista, cuya caballería se ha dispersado en brillantes cargas sucesivas, que habrían culminado en la derrota de dicha ala patriota, a no ser por la serenidad y de– nuedo del batallón de negros del Río de La Plata, que, a pie firme y con activísimo fuego, obligan esos heroicos jinetes a contramar– char. Debilitado, en fin, el centro de Belgrano, por el desprendimien– to que de los dos batallones acaba de hacer sobre su derecha, vése premiosamente comprometido y manda que acuda la reserva. Esta entra en acción con ciego ímpetu. A la cabeza va su bizarro jefe Díaz Vélez, que, desde la arremetida primera, cae seriamente herido. Tal ayuda restablece las cosas en su primitivo vigor, y el combate en aquel punto se sostiene con denuedo, cuando, llegado el par de batallones destacados sobre la izquierda realista y acabada de ser dispersada ésta, practican la conversión prevista y ordenada sobre el centro de Tristán y los embisten, como se ha dicho, por el flanco. La estratégica combinación es decisiva. El centro realista, atacado por el frente y por la izquierda, vuelve caras. La derecha, al ver es– to, temerosa de verse copada a su vez, hace lo mismo. La victoria patriota es completa en las afueras. Los realistas se refugian en la ciudad. Muéstranse allí en un desorden inenarrable. Apenas si Tris– tán es obedecido. Trincheras improvisadas y por eso mismo débiles, los escudan en la plaza mayor; pero.los salteños, que son, todos, pa– triotas entusiastas, cooperan a la eficacia del asalto emprendido por el triunfador, que, con esa ayuda, háce~e dueño de las calles y torres adya.centes, y comienza ofensiva pronta, tenaz y terrible, sobre el número ya bastante disminuido, de los realistas allí parapetados. (18) Torrente habla de la "conducta sospechosa'' del jefe en cuestión; conducta que, dice, ''recibió grado mayor de credibilidad cuando se le vió tomar partido con los rebeldes" (op. cit., vol. 1, pág. 348). Pero el cargo es injusto, cualquiera que hubiese sido la actitud posterior del noble aludido; pues el propio Camba lo desmiente tácitamente, entrando en detalles que no– sotros, por la índole de esta parte de nuestra obra, tenemos que eludir por innecesarios.

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