Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

SEGUNDA EXPEDICION AGENTINA SOBRE EL ALTO PERU 125 nético, aplastante, cuerpo a cuerpo. Acababa de expresar bien a sus huestes, en alocución concisa y perentoria, que en esa lid iba a "decidirse la fortuna del Perú". Así que, aunque sus líneas de van– guardia contestaran el vivo fuego de los patriotas, hiciéronlo sin de– tenerse un punto, en casi media legua hasta ponerse a dos tercios de tiro de fusil del adversario, sin fijar atención en el terrible des– medro que, en esas masas incontenibles, hacían las cargas de la ca– ballería gaucha y el incesante cañoneo despedido de las lomas me– dias o inferiores de Vilcapugio. En ese avance cayeron: prisionero, Zavala; muerto, el bravo La Hera y herido Lombera; y quedaron so– bre el campo no menos de tres capitanes y treinta y ocho individuos de tropa. Los cuerpos hispanos de la izquierda, ante aquellas pérdi– das, empezaron a desordenarse y acabaron por ponerse en disper– sión. Los artilleros tomaron las mulas de sus piezas y diéronse a la fuga, con lo cual enmudeció hacia aquel lado la artillería realista. El ala izquierda de Pezuela vióse, así, descubierta; y los patriotas, vencedores en su derecha, procedieron a flanquear el centro contra– rio para consumar la victoria. Habría sido ésta completa, si en la derecha realista, o sea en la izquierda patriota, no hubiéranse desarrollado las cosas en sentido opuesto al exprerndo anteriormente. En ese extremo, Ramírez, con las tropas veteranas de Olañeta y Picoaga, había empujado y aventa– do a los independientes de la Jlanura a la serranía, próxima de Vil– capugio, donde procediendo todavía en orden, procuraban los úl– timos sostenerse. Y se sostuvieron todo el tiempo preciso para dar campo a la derecha patriota de consumar su victoria parcial y aco– meter el centro enemigo. Ese centro, en efecto, veíase en apuros. Pezuela, embestido conjuntamente por el centro y la victoriosa de– recha de Belgrano cedía campo por instantes, hasta ver pronuncia– da la dispersión. En esos momentos críticos, para colmo de males, la reserva española desbandóse sin hacer un solo disparo, precisa– mente cuando se le ordenaba entrar en línea y cooperar a la defen– sa desesperada que, con heroico valor, hacían Esteves, Choquehuan– ca y el propio general en jefe. Son las once de la mañana, o sea han transcurrido tres horas de lucha vivaz, cuando el triunfo de los argentinos parece induda– ble. No importa nada la victoria parcial de Ramírez, todavía incom– pleta, sobre la izquierda de Belgrano; porque, en minutos más, los patriotas, vencedores de la derecha y del centro, cargan en masa so– bre el presunto verdugo de Umachiri y le harán morder el polvo .. .

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