Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

SEGUNDA EXPEDICION AGENTINA SOBRE EL ALTO PERU 129 nencia en que está, y ataca a los independientes por su diestro flanco y por retaguardia con el mejor éxito. Belgrano manda que la caballería de su izquierda dé una carga. Los gauchos se disparan como un alud; pero la infantería realista logra resistir las dos pri– meras embestidas, y los cañones de Pezuela barren con los audaces jinetes argentinos. El rechazo en cuestión introduce el desorden en el centro y en la izquierda patriotas, en el propio instante en que la derecha, batida conjuntamente por Pezuela y Valle a su espalda , flanco y frente, clase a una fuga incontenible, desmoralizando al resto, que también se entrega a huir. Es el pánico de las muche <lumbres, que las arrastra a destrucción ineluctable, sin causa sufi– ciente, razón previamente averiguada, ni reposición posible. Belgra– no, Díaz Vélez y demás jefes platenses, empujados en esa desorga– nización y ese desbande universales, escapan a uña de caballo, cami– no de Chuquisaca, Potosí y Jujuy, dejando, sobre la pampa de Ayohúma, cuatrocientos muertos , gran número de heridos, setenta oficiales y ochocientos soldados prisioneros, mil quinientos fusiles y ocho piezas de artillería. Esta vez Pezuela no da tregua ni reposo a los vencidos. Ramírez, el mismo 14, persígueles sin descanso al– gunas leguas, y recibe orden de avanzar tras ellos, sin detenerse, con una división entera. Apenas quinientos hombres sálvanse de esta derrota, terrible, completa; cifra insignificante que, molestada de cerca por los victoriosos, vese en la imposibilidad de descansar, de reorganizarse y restablecerse; y en la urgencia de no parar hasta encontrarse en territorio argentino. El orgullo, la soberbia de los españoles y de su jefe, con los triunfos de 1<.> de octubre y 14 de no– viembre, culminan en sus habituales exageraciones y desplantes. Belgrano, desde Potosí, solicita de Pezuela un armisticio (18 de no– viembre). El general hispano le contesta: "armisticios y tratados só– lo son permisibles entre potencias beligerantes, no entre gobernan– tes y súbditos". El sobre de esta despectiva respuesta va con la di– rección, más despectiva aun: "Al individuo que manda los hombres armados de Buenos Aires" ... XIV Ha sido, y es, y seguirá siendo así. Castelli y Balcarce, camino del norte, hanse estrellado contra las peñas del Titicaca: Tristán, camino del sur, ha mordido el polvo argentino en Tucumán y Salta. Belgrano, doblemente triunfador , aventúrase a seguir las huellas de los vencedores de Suipacha y de Aroma; y sucumbe, a su vez, en las pampas y estribaciones de Vilcapugio y Ayohuma. El mar de la re– volución y el de la contrarrevolución, tienen, como el océano, ori·

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx