Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
136 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ derrotado (3 de febrero); pero, que, táctico experto, como siempre, retiróse en buen orden hacia Santa Cruz de la Sierra, únicamente lamentando la circunstancia de que, al desbandarse para rehacerse en determinado punto (según su costumbre), las partidas de los montoneros Umaña, Cárdenas, Zárate y Padilla -cortadas en su ruta por los realistas- hubiesen vístase forzadas a operar, separa– das de él, en distinto lugar. VI No se descorazonó por ello el presunto vencedor de la Florida y Paseo. Seguido por los quinientos soldados de Blanco, que picó su retaguardia tenazmente después de fusilar para escarmiento a varios corifeos patriotas prisioneros, púsose a maniobrar por las alturas inaccesibles de la zona, ora a la espera de refuerzos, ora concitando la sublevación de las indiadas vecinas, ora reorganizando, fortale– ciendo o inspirando nuevo aliento a sus tropas derrotadas. Blanco persiguióle a lo largo de Mojos y Chiquitos, rechazólo en la Angos– tura, 0cupó a Santa Cruz, de donde forzólo a salir, y, en fin, siguió sus huellas vivazmente hacia el Piray, donde al cabo avistólo el 25 ·de mayo en la misión nombrada "La Florida". Lleno Blanco de ardor generoso, y seguro de destruir esta vez a su contrario, atacó a éste último con ímpetu poniéndose él mismo a la cabeza de sus soldados. A los primeros instantes, cayó muerto; suceso que, produciendo en los realistas la desorganización y el desorden más completo, púsolos en derrota súbita e incontenible al simultáneo empuje de los patrio– tas, cuyo jefe, Arenales, supo sacar todo el partido posible de esa circunstancia. Dejó, éste de La Florida, de ser una derrota, para ser una destrucción absoluta, irreparable, una verdadera "terrible ca– tástrofe", como bien apellídala un historiador español; catástrofe de la que "no pudieron salvar sino tres oficiales y nueve soldados"; y "de cuyas resultas el orgulloso Arenales, con más de trescientos fusileros, muchos indios flecheros y cuatro piezas de artillería, - ·dice el mismo escritor- iba ya caminando para Cochabamba". (5) VII Mientras tanto, el coronel Sebastián Benavente, hijo del sangui– nario don Pedro y casi tan feroz como él, destacado con quinientos ochenta hombres sobre las partidas de montoneros rechazadas y se– paradas de Arenales en San Pedrillo, el 3 de febrero, se las había (5) Torrente, op . cit., t. II, pág. 15.
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