Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

APARICION HISTORICA DE SAN MARTIN 137 fatigosa y cruentamente, ya no sólo contra Umaña, Cárdenas, Zárate y Padilla; sino con el indomable indio Cumbay, cacique del valle de lngre, que, apareciendo unas veces, desapareciendo otras, pero ata– cando, matando, hostilizando, mortificando siempre, todos los días, a todas horas, en todos los instantes no dejaba, como sus colegas, a los asendereados enemigos un momento de reposo. Mal pudieran los realistas comer ni dormir tranquilamente. Multiplicábanse los en– cuentros y choques, llamados triunfos por Benavente y los suyos, gracias a la estrategia sui generis de estos partidarios, atentos sólo a derramar la fatiga y la muerte, sin ofrendar batalla en forma, y listos en todo cuento para retirarse. El 19 de marzo de 1814 dió Be– navente, a esos anteos del Alto Perú, férrea batida en Pomabamba, primero, cuyo pueblecillo incendió y asoló, a imitación de su execra– bilísimo padre; y, luego, en Taravita, el 11 de abril; en Molleín, el 13;y en Camporredondo, el 21; acción, ésta, que, por grave enferme– dad de Benavente, dirigió su segundo, comandante Manuel de Ponfe– rrada; pero los vencidos, rehechos, según se ha dicho, a cada vuelta de camino, presentáronse, al fin, formidables e inaccesibles, en los desfiladeros de La Laguna (Charcas) de donde hízose empresa lite– ralmente imposible la de desalojarlos. Por último el jefe referido hubo de confesar a sus superiores a la vez que de ellos clamaba el envío de abundantes auxilios, que "había quedado su columna tan débil, por efecto de las enfermedades, malos alimentos, continuas penalidades y privaciones, que no se hallaba ya en estado de resistir a los rebeldes, y mucho menos de emplearse en su persecución" (6). Concentróse en Tomini y allí aguardó los refuerzos demandados. VIII Por iguales apuros pasaba Lombera, que, como se recordará, ha– bía sido dejado de guarnición en Potosí, a la salida de Pezuela para Jujuy y Salta. Además de ver entretenidas y agobiadas de cerca a to– das las columnas despedidas de su división sobre los insurrectos próximos a su sede gubernativa, diariamente llegábanle las tristes nuevas de la reposición de Arenales, de la destrucción de Blanco y su muerte, de los aprietos de Benavente y Ponferrada, de los progresos de Padilla y demás montoneros, de la propagación incontenible del movimiento, de la cooperación del cacique de Ingre, de la invulne– rabilidad actual de los rebeldes parapetados en La Laguna, del avance de gruesas partidas sobre Chuquisaca y Potosí, y de su impotencia para defender aquellas provincias, cuyas guarniciones, todas ya ocu- (6) Torrente, op . et. vol. cit ., pág . 16.

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