Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
XX ALBERTO TAURO la ciudad del Cumbe frecuentó las aulas de( Colegio San Ramón, cuyo nombre evocaba las gestas que afortunadamente acaudillara el libertador de los esclavos, en tanto que un recinto próximo al plantel excitaba el recuerdo del legendario rescate que Atahualpa ofreció por su libertad. Todo ello condicionó tal vez la vocación histórica del colegial; y al terminar sus estudios presentóse al con– curso convocado por el Consejo Departamental, absolvió satisfac– torianiente las pruebas respectivas, y fue incorporado al servicio del propio Colegio San Ramón, en calidad de secretario y profe– sor de Historia y Geografía Antiguas (1875). Pero aquella posición provinciana no satisfiza las expectativas del empeñoso joven; y al año siguiente viajó a Lima, para seguir el ejemplo paterno y cur– sar estudios jurídicos en la Universidad Mayor de San Marcos. Quizá no lograra satisfacer entonces tal deseo, pues fue doblegado por una prolongada enfermedad; y, tras una estancia de reposo en la nativa Lambayeque, retornó a Cajamarca. Asociado allí con Pedro Centurión, inició la edición de La Juventud (1877), periódico cuyas páginas albergaron los primeros ensayos de los promotores, y que muy pronto consagróse a expre– sar el testimonio de cuantos insurgían entonces a la vida civil. Ambos aspiraron luego a sacudir el marasmo de la provincia, di– fundiendo en ella las corrientes del progreso; y, adoptando un sím– bolo que fácilmente diese a conocer la fuerza incontrastable de su influjo, dieron a un nuevo semanario el nombre de La Locomotora gimen colonial; y padre de José, Romualdo y Santiago Leguía Meléndez, pa– triotas que cooperaron activamente a la feliz culminación del pronunciamiento libertador en aquella distante localidad (27-XII-1820 ). El primero de ellos, co– merciante, aprovechó sus fr ecuentes viajes a Guayaquil y Panamá para aco– piar la propaganda y las armas que excitaron e hicieron posible la insurgen– cia contra los españobes; contrajo matrimonio con Agu.eda Raro Delgado, propietaria de la hacienda Cayaltí; y fue a su vez el tronco de una notoria descendencia, a la cual pertenecieron Gregaria, Nicanor y Germán Leguía R aro. Gregaria Leguía Raro c. c. el comerciante Martín Martínez Bernuy -a cuyo próspero giro se debió la construcción del teatro de Lambayeque y, en Lima, el establecimiento de baños que existió en el portal de San Agus– tín, así como la instalación de una acreditada tienda en la esquina de San José y Santa Apolonia-, viudo de Clara Bullón y Casós. Nicanor Leguía Haro, c. c. Carmen Salcedo Taforó, dio nacimiento a Augusto Bernardino -Presidente de la República en 1908-1912 y 1919-1930-, Roberto -presidente de la Cámara de Senadores- y Eduardo. Y Germán Leguía Raro cursó estu– dios de jurisprudencia en la Universidad Nacional de Trujillo, obtuvo título de abogado en 1849, ej1erció la magistratura y, c. c. María Matilde Martínez Bullón -infaustamen te muerta a la temprana edad de veinticinco años-, fue padre de Germán Leguía y Martínez.
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