Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

APARICION HISTORICA DE SAN MARTIN 139 rrota de Vilcapugio, la metrópoli del Plata (disgustada por la coefi– ciencia de la administración y conmovida por los dos favorabilísimos sucesos que a la ligera se han narrado), había, en comicio solemne, secundado por las tropas, depuesto a los primeros triunviros, presi– didos a la sazón por Rivadavia; sustituídolos con un nuevo triunvi– rato compuesto de los ciudadanos don Nicolás Rodríguez Peña, don Antonio Alvarez Jonte y don Juan José de Passo; y convocado una asamblea general constituyente, instalada el 31 de diciembre de dicho año. Esta Asamblea, notabilísima y digna de glorioso recuerdo, por haberse declarado a sí misma "soberana", con lo cual echó por tie– rra, de hecho toda dependencia respecto del monarca español; por haber eliminado los viejos signos de la dominación penisular; esta– blecido el escudo distintivo de la patria nueva; decretado la libertad de vientres; y resuelto algo que ya fue ostensible expresión de la in– dependencia misma, esto es, la composición de un himno nacional -determinó luego, en presencia de los peligros obsecuentes a la de· rrota de Ayoúma y al ingreso inquietante de grandes refuerzos his– panos en Montevideo, hecho que, con la irrupción de Pezuela por el norte, significaba la pronta ruina de la nacionalidad; determinó de– cimos, abolir cualesquiera gobiernos colectivos, faltos de unidad y cohesión, encomendar el ejercicio del poder a un funcionario único, con el calificativo de "Director Supremo del Estado"; y elegir, para el altísimo puesto, al egregio ciudadano don Gervasio Antonio de Posadas. Tomó allí las riendas del gobierno el partido denominado alvea– rista, predominante en la Asamblea General Constituyente y capita– neado por el presidente de la misma, coronel don Carlos M. Alvear, joven distinguidísimo por demás activo y enérgico, talento poco co– mún, relámpago en el concebir, rayo en obrar, patriota esclarecido, aunque por desgracia ambicioso y monopolista, nacido en 1788 en el pueblo de Santo Angel (de las Misiones orientales) y, por tanto, en dos lustros menor que San Martín, ya que entonces no contaba sino veinticinco años. X Alma de la flamante administración, dicho Alvear dióse a sugerir y acometer, en perfecto acuerdo con San Martín, las medidas urgen– tísimas reclamadas por lo inminente de las circunstancias. Dos fueron las primordiales: 1~ la inmediata organización de una marina de guerra, indispensable para arrebatar a los españoles su dominio, hasta esa fecha exclusivo, sobre los mares y ríos platenses; y 2~ la

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